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Gego

Un sólido núcleo de razonamientos

14.10.2022

con Ruth Auerbach

Gego (1912–1994) fue una artista, arquitecta y diseñadora alemana-venezolana, reconocida mundialmente por sus instalaciones espaciales de gran formato y considerada una de las artistas más representativas de la abstracción del siglo XX. En paralelo a su obra, Gego desarrolló una metodología particular en la cual logró comulgar el rigor técnico de la herencia bauhausiana con las libertades creativas propias del arte, a través de un programa dirigido a futuros arquitectos y diseñadores, entre ellos, la curadora e investigadora Ruth Auerbach. Desde Caracas, Venezuela, Ruth conversa con LA ESCUELA___ acerca de la arquitectura, el arte y la pedagogía única de su particular maestra.

Gego (1969). Foto: Juan Santana. Cortesía: Fundación Gego.

La Escuela: En la segunda mitad del siglo XX, Gego creó con sus Reticuláreas un nuevo mundo de posibilidades para el lenguaje constructivo. En su obra, espacio, líneas y sujeto comulgan en formas inéditas, pero ¿qué consideras que hace única a Gego como artista? ¿Cómo se relacionaban estos tres componentes en su obra?

Ruth Auerbach: A partir de esas premisas que mencionas, Gego logra desarrollar la génesis de un universo creativo único y por tanto difícil de clasificar. A diferencia de otros destacados artistas cinéticos y constructivos, para ella, formada como arquitecto-ingeniero, la aplicación disciplinada y rigurosa de un método de trabajo en el que concepto, lógica y técnica se ajustaran en perfecta armonía con los signos expresivos, dará paso al logro de posteriores libertades, en las que lo intuitivo y lo poético permitan desbordar la imaginación.

En Gego, el estudio de la geometría tridimensional, de los volúmenes regulares, semirregulares y sus interrelaciones, así como de sus inagotables posibilidades constructivas, derivan de una visión espacial y un pensamiento estructural. Igualmente, la línea y el dibujo como elementos expresivos que modifican el espacio en una búsqueda intuitiva del vacío como suceso, serán nociones fundamentales para el desarrollo de sus singulares aportes al arte. Gego estudia la geometría para captar una esencia que luego impugna instintivamente para alcanzar lo imprevisible. Es así como su gran ambientación Reticulárea de 1969 logra activar una experiencia espacial en la cual la línea dibuja el vacío, creando una perspectiva multidimensional y un modo de producción alternativo a la hegemonía de la trama moderna.

El nombre de Gego destaca entre los creadores latinoamericanos del siglo XX cuyos trabajos se caracterizan por su unicidad, su experimentalidad y su vínculo contextual con el lugar en el que enraizan. Sin embargo, para 1974, Marta Traba se refirió a ella como un “raro genio, sorprendentemente desestimado”, mientras hacía referencia a la ausencia -para la época- de monografías y artículos “serios” sobre su obra. ¿Qué hechos conducen a la presencia de Gego a este margen historiográfico de las artes venezolanas?

Marta Traba sostuvo una visión en extremo crítica frente a los maestros de la abstracción geométrica y el auge del cinetismo en el contexto monumental que propició la cultura petrolera, especialmente en los espacios urbanos. Si bien su juicio pudiera parecer sesgado e implacable, Gego contaba con el estímulo de críticos incondicionales y del Museo de Bellas Artes; no obstante, para la época aún no se daba el contexto para concebir lo frágil y particular de sus planteamientos estéticos, disímiles al constructivismo imperante. También hay que tener presente su condición de mujer en ese universo creativo; Gego, junto a importantes artistas coetáneas como fueron Mercedes Pardo y Elsa Gramcko, entre tantas otras, representan las figuras distintivas que, por vías individuales y desde la indagación en solitario, desafiaron con persistencia y sensibilidad los fundamentos de la modernidad en nuestro país.

Hay que considerar que Gego emigra a Venezuela en 1939 y hasta 1948 trabaja en diseños y construcciones para otros arquitectos, para luego retirarse, junto a su compañero Gerd Leufert al pueblo litoral de Tarmas hasta 1956. Y es allí cuando realiza sus primeras propuestas artísticas; acuarelas y paisajes. Su regreso a Caracas marcará el inicio que desencadena asertiva y silenciosamente su original trayectoria creadora destinada, sin proponérselo, a desestabilizar los lineamientos del arte constructivo. Simultáneamente inaugura el extenso ciclo de una labor pedagógica fundamentada en la experimentación.

¿Y cómo sucede el salto de la artista “incomprendida” de los 70 a su importancia internacional en la actualidad?

Si bien Gego sostuvo vínculos profesionales y de amistad tanto con destacados artistas nacionales como internacionales participando, junto a ellos, en diversas exposiciones colectivas, sería a partir de la primera instalación de Reticulárea, 1969, en el Museo de Bellas Artes de Caracas que revela un prodigioso lenguaje propio de relaciones con el espacio. En 1977 el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas le organiza una estupenda muestra antológica, acompañada de una primera y fundamental publicación monográfica con textos de Hanni Ossot y diseño de Álvaro Sotillo.

Y apenas en 2001 se exhibe la primera gran retrospectiva Gego 1955-1990, curada por Iris Peruga en el Museo de Bellas Artes de Caracas; una muestra póstuma que obtuvo una inusitada atención y el asombro de museos y galerías internacionales que se dedicaron, en lo sucesivo, al estudio de la obra en contexto, redimensionando su original propuesta en el amplio dominio legitimado por la esfera global para acreditar así, su incuestionable aporte al arte del siglo XX. De allí en adelante, son innumerables las exposiciones y publicaciones a nivel mundial, así como la adquisición, donación o comodato de sus piezas en las más importantes instituciones culturales.

Gego: "Reticulárea" en la Galería de Arte Nacional, Caracas (1981). Foto: Christian Belpaire. Cortesía: Fundación Gego.

Sabemos que la presencia del arte público de mediados de siglo tuvo un talante político en Venezuela, dominado por el cinetismo y la abstracción geométrica. En este escenario, la figura enigmática de Gego contrasta con sus contemporáneos en sus búsquedas “libres”, tan íntimas como minuciosas. ¿Cómo se relacionaba Gego con las grandes intervenciones artísticas de escala urbana?

Debido a su formación como arquitecto, la motivación principal era alcanzar la óptima integración de sus estructuras al hecho arquitectónico y no un mero desplazamiento mimético de su trabajo plástico. Gego no desaprovechó la oportunidad, la asumió como un reto; a su manera, realizó numerosos proyectos para el espacio urbano y para edificios públicos y privados, algunos de ellos ya desaparecidos y otros nunca construidos. Desde su primera instalación escultórica integrada a los espacios internos del Banco Industrial (1961), aporta, en el transcurso de la década, otros proyectos de integración entre ellos: la Torre Cedíaz (1967), Flechas (1968) y -junto a Leufert- los Murales INCE (1969). En 1972, realiza Cuerdas, una estructura ambiental para los espacios abiertos del complejo urbanístico Parque Central.

La obra configura superficies de doble curvatura construidas con cuerdas de nylon tensadas sobre espejos de agua que se despliegan suspendidas por cuatro niveles. Asimismo, en 1974 realiza una red ambiental configurada por planos cuadrados desvirtuados, suspendida en el patio del Pasaje Concordia (obra actualmente desmontada) que denominó Nubes y que nos confirma su sueño, no cumplido, de construir inmensas redes entre rascacielos, como se evidencia en un boceto de 1969 que tituló Reticulárea Between Buildings II. Sin temerle a la monumentalidad, Gego proyecta la ambientación Cuadriláteros, 1982 en la estación La Hoyada, para el Metro de Caracas: una red cuadrada de tubos de aluminio que se superpone, entre dos niveles, a la estructura de vigas de concreto.

Sus conocimientos como arquitecta tuvieron también una vertiente en el campo de diseño integral, haciendo de estos saberes una metodología pedagógica a desarrollar en sus futuras cátedras y talleres. Pero, entre Gego artista y Gego docente, ¿había diferencias? ¿Tenía alguna relación su personalidad “desprejuiciada y singular” con sus procesos de arte y enseñanza?

Ciertamente, la valiosa experiencia docente en la formación de arquitectos y diseñadores en Venezuela, ejercida por Gego durante dos décadas (1958-1977) permanece como una actividad académica poco conocida que, no obstante, ha logrado instaurar potenciales resonancias que han afectado tanto a generaciones recientes de creadores en Venezuela como también y, cada vez más, a una multiplicidad de estudios y disciplinas a nivel global. Su legado trasciende lo formal para introducir una manera singular del ver, del pensar y del hacer. Tanto en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela como en el Instituto de Diseño Neumann, introduce una conciencia distintiva aunada a una metodología de investigación basada en la experimentación, la ética y la subjetividad, el rigor y la espontaneidad.

Gego jamás desligó la actividad docente del estudio particular de su obra. Para ella, arquitectura, arte y pedagogía conformarían un sólido núcleo de razonamientos y destrezas operativas que alcanzaban incluso su espacio vital. Los procesos y descubrimientos realizados en el aula encuentran cabida en su obra. Las exploraciones de los volúmenes en el espacio junto el intercambio de ideas con sus estudiantes, sustentarían el desarrollo simultáneo de su genial propuesta. Sin embargo, en su acostumbrada discreción muy poco nos hablaba ni mostraba los resultados de su práctica artística. Sería en la intimidad de su casa que, eventualmente, nos enseñaría sus últimas creaciones a un reducido grupo de amigos cercanos.

¿Bajo qué circunstancias conociste a Gego? ¿Recuerdas tu primera impresión de ella? ¿Recuerdas sus dinámicas de clase?

Conocí a Gego en 1972 cuando me integré como alumna en el Seminario de Relaciones Espaciales, que ella impartió en el Instituto de Diseño de la Fundación Neumann entre 1971 y 1977. De presencia menuda, audición deficiente y acento mixturado nos sorprendió descubrir en ella una gran personalidad, entrañable y a la vez distante. A partir de la génesis de las reticuláreas, hacia 1969, Gego se interesa cada vez más en la geometría; comienza un minucioso estudio de la analítica espacial a través de autores contemporáneos como Keith Critchlow y Haresh Lalvani. Su atención se centra en las matemáticas, en el análisis de las estructuras reticulares, en el sistema tensegrity, en los planteamientos geodésicos de Richard Buckminster Fuller y, especialmente, en la transformación de los poliedros. Será este universo cognitivo el que dió origen al “Seminario de Gego”, en el cual cada integrante aportaba su exploración en el estudio del sólido escogido, que luego compartía entre los integrantes del equipo.

En un pequeño salón, desbordado de maquetas, dibujos y cálculos, se gestó eventualmente una investigación inédita en nuestro medio que posibilitó fundamentalmente las bases especulativas para su propia indagación creadora, pues Gego participó y se nutrió del taller como una estudiante más. Para un reducido grupo de interesados, Gego nos facilitó las nociones que definen la simetría en la espacialidad, la naturaleza de los sólidos, los mosaicos o retículas y sus combinaciones. Cuboctaedro, dymaxion, icosidodecaedro, ejes de simetría, caras, vértice, arista, truncaciones, estrellaciones y tantos otros términos resultaban el vocabulario habitual con el cual nos entendíamos en este singular laboratorio.

En la metodología de ‘taller’ de Gego, la “orientación abierta y orgánica, cimentada en principios básicos de libertad creadora” reclamaban un lugar de importancia, pero ¿cómo coexistían estos principios de libertad con el rigor matemático de su estudio de espacio?

A diferencia del método docente utilizado en los talleres de la Facultad de Arquitectura, donde la composición de volúmenes devenía en soluciones formales para el diseño, en el Seminario de Relaciones Espaciales no se daba cabida a la plena expresión creadora. Era una indagación rigurosa, basada en el estudio de la geometría y las matemáticas. La autonomía se basaba en la libre escogencia del volumen a estudiar y de su presentación al grupo. Entre todos se discutía en clase los resultados que arrojaba lo científico. No hubo imposición alguna, era como un semillero de investigación al cual se iban incorporando las ideas y aportando los resultados. Sus conclusiones trascendieron posteriormente en trabajos más creativos, como el diseño tridimensional de empaques y proyectos de diseño para construcciones diversas.

A partir de esa investigación rigurosa, realizada conjuntamente con sus estudiantes, Gego concibe nuevas posibilidades de estructuras reticulares; descubre en ellas un nuevo valor en lo imprevisible y lo incorpora al dato estable del módulo. Se apropia del concepto y concibe un sistema de enlace estructural propio, libre y lúdico, tejiendo segmentos de un lenguaje constructivo para configurar una poética del espacio. Troncos, Mallas y Esferas nacen de la confluencia del arte con la ciencia. Ella defendió y nos entrenó en la idea de la necesidad del cálculo y la disciplina para posteriormente lograr las más amplias libertades que se expresan en su proyecto estético.

Debido a su formación en Stuttgart, es posible suponer que Gego estuvo familiarizada con la metodología de la Bauhaus desde su época de estudiante. No obstante, será durante su experiencia académica como docente universitaria cuando profundiza en este método de enseñanza. ¿Cómo se servía Gego del método bauhausiano?

Gego realizó sus estudios académicos en la rigurosa y tradicional Universidad Técnica de Stuttgart donde obtiene su título en 1938. Durante su formación pareciera que no tuvo fuertes vínculos con las teorías de la Bauhaus, la cual había sido clausurada en 1932 por su orientación social. Si bien es cierto que se sentía atraída por las ideas liberales y modernas que promovía, la influencia bauhausiana le llegaría, posiblemente, a raíz de sus recorridos por las arquitecturas de vanguardia del barrio Weissenhof. Será luego de abandonar Alemania que se vincularía más a la ideología de esta escuela, durante su experiencia docente en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV. Allí se sumerge en el método bauhausiano de enseñanza, cuya práctica se transforma en el “filtro” de los talleres de Composición básica. Durante toda la década a partir de 1957, la experiencia docente y la vida estudiantil giran alrededor de su filosofía como núcleo de enseñanza, emparentada con la visión creativa de la arquitectura.

En estos talleres, Gego enfatizaba la responsabilidad social y diversificada del arquitecto, pero también su objetivo era estimular y entrenar las posibilidades o habilidades creativas y la sensibilidad visual, además de ahondar en la importancia de la artesanía. Los ejercicios realizados por los alumnos eran realizados con métodos constructivistas de enseñanza, logrando resultados plásticos.

Ejercicios realizados por alumnos de la Cátedra de Composición Básica, FAU-UCV (1960-1962). Cortesía: Fundación Gego.

En la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, la arquitectura como “arte social” es una premisa importante, y en muchos aspectos fundacional. Por su parte, la ética y la responsabilidad social aparecen reiterativamente en las lecciones y testimonios de Gego, ¿tienes recuerdos de este tema en sus clases?

En las conversaciones docentes sobre la programación de estudio en sus cursos de Composición Básica, así como en sus charlas introductorias, Gego insiste en su intención de acercar a sus alumnos a los problemas, a la esencia y al sentido fundamental de la profesión. Reitera en la necesidad de acercarse a las situaciones y necesidades humanas para lograr los objetivos sociales. El “Seminario de Gego” se orientó bajo un concepto diferente, donde se compartía la exploración y desarrollo funcional de la geometría de sólidos y el análisis sistemático que define la geometría espacial. La ética como fundamento de responsabilidad social, ejercida a partir de la autocrítica fueron factores capitales en Gego para cualquier actividad que desempeñara.

Como investigadora de arte venezolano, ¿por qué crees que esta faceta docente de Gego es tan poco conocida?

La experiencia docente que Gego desarrolló durante dos décadas consecutivas quedó relegada, quizás debido a que era mayor el notable interés por indagar en profundidad su proceso creativo y la trascendencia de sus singulares planteamientos estéticos. No obstante, pienso que fue a partir de la retrospectiva de 2001 y, sobre todo, de la publicación del libro Gego. Obra completa 1955-1990, editado dos años después por la Fundación Cisneros, que se logró recuperar y difundir el alcance de esa experiencia. La Fundación Gego puso a mi disposición todo el material documental de archivos inéditos vinculados a su práctica pedagógica, a partir de los cuales pude completar el ensayo “Gego. La construcción de una didáctica”, uno de los capítulos del volumen.

¿Crees posible establecer una “genealogía” entre la labor docente de Gego y su influencia en alumnos que se convirtieron en artistas y diseñadores?

Si bien pienso que Gego no instauró “escuela” desde una orientación didáctica dirigida a arquitectos y diseñadores, a partir de sus cursos logra crear una conciencia y una sabiduría distintiva en un comprometido grupo de estudiantes que se dejó atrapar por una metodología poco convencional aplicada a la enseñanza y la investigación. Son esos aspectos intangibles de su lógica, referidos a la ética y la subjetividad, los que aportaron sólidas resonancias en quienes heredaron de aquel patrón tan particular de aprendizaje. Y, ¿es que realmente Gego ha ejercido una influencia concreta, planteando una particular manera de abordar la transparencia del espacio como un efecto multiplicador de un arte basado en la interconexión de sistemas y redes?

Mucho se argumenta sobre el legado y la influencia de la obra de Gego en generaciones posteriores de artistas. Si bien estas consecuencias serán consideradas en una próxima investigación, no podemos dejar de afirmar que, precisamente, desde el acceso a las dinámicas pedagógicas de Gego en el Instituto de Diseño, un pequeño grupo de sus estudiantes orientaron su trabajo exclusivamente hacia el arte, desarrollando buena parte de sus propuestas a partir de la obsesión geométrica y la estructura reticular, conforme a un pensamiento y a un modo de producción alternativo a la hegemonía de la trama moderna. Ellos asimilaron potencialmente una perspectiva multidimensional de sus principios. Eugenio Espinoza, Sigfredo Chacón, artistas ya consolidados, desarrollaron buena parte de su propuesta a partir de estas nociones aprehendidas de su compartir con Gego; Magdalena Fernández y Elías Crespín, de generaciones más recientes, proponen asimismo una obra de cercanas resonancias con Gego, basadas en el método matemático, los mecanismos de enlace y la manera de ocupar el espacio a partir de la línea.

En tu caso, ¿cómo se manifiesta la figura de Gego en tu hacer investigativo y curatorial? ¿Qué lecciones de Gego mantienes contigo hoy día?

El privilegio de haber sido estudiante de Gego me dejó no solo aportes formales y técnicos en relación al estudio de la geometría tridimensional y su aplicación al diseño integral. Más relevante, considero hoy, ha sido el aprendizaje de significativos fundamentos éticos para la vida, la investigación y el intercambio de experiencias con los creadores contemporáneos.

De igual manera, aspectos quizás intangibles de su personalidad discreta y voluntariosa fueron determinantes para mi y una lección que intento continuar en mi práctica individual: la disciplina y el rigor como métodos de trabajo y análisis individual del problema para poder desarrollar un concepto razonado que te permita posteriormente liberar tu intuición en propuestas de alcance crítico. Y, finalmente, sus enseñanzas me llevaron a configurar una visión espacial y una comprensión estructural en mi ejercicio profesional.