Estudié en un colegio público en Santiago de Chile, en una escuela solo para varones donde mi identidad siempre fue un problema, ya que no calzaba con sus estándares de masculinidad. Sin embargo, en la secundaria tuve la suerte de encontrarme con una profesora de artes —Joanna Berríos— que me ayudó a desenvolverme más libremente y a entender que el arte era una herramienta de búsqueda de interrogantes, de vínculos con otros, y hasta hoy ella es fundamental dentro de mi producción artística, incluso ha colaborado conmigo en algunos proyectos.
Luego estudié Artes Visuales en la Universidad de Chile, donde despertó mi interés por técnicas que utilizan el cuerpo, como la performance, y por prácticas como la cerámica. En el último año de la carrera estudié en el taller experimental de Francisco Brugnoli, donde produje mi primera pieza: You will never be a weye, que posteriormente dio pie a diálogos que se entrelazan en mi obra.