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Cecilia Vicuña

Escuela del Oír el IM pulso de lo POSIBLE

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2022-I

09.03.2022

En esta primera sesión del AUDITORIUM, realizada el 09 de marzo de 2022, Cecilia Vicuña compartió con LA ESCUELA___ sus reflexiones en torno a los procesos de descolonización del pensamiento a través del lenguaje y la oralidad.

Cecilia Vicuña: "Una educación precaria en el sentido creador". Conversaciones, La Escuela___ (2021).

Recordé que yo había tenido un diálogo hace muchos años, en el 2005, con una joven poeta norteamericana que había sido parte de un proyecto de revivir el sistema de educación de Paulo Freire en Estados Unidos. En esa conversación ella habló que lo que más le interesaba de Freire era su concepto de las palabras generativas o generadoras —generative words. Ella me preguntaba si yo cuando era una joven había conocido a Freire cuando él estuvo aquí en Chile. Y no, porque él era de otra generación. Yo era una niña adolescente muy joven cuando él estaba acá.

Realmente, como poeta y artista, yo solamente me enteré de la existencia de Freire después de que me había ido de Chile. Sin embargo, hay un espíritu común que nos acerca inmensamente, porque antes de la publicación de la Pedagogía del oprimido, donde este sistema de lenguaje y la observación del lenguaje y la práctica del debatir, comunicar y considerar entre varias personas y con los estudiantes la lengua misma, yo tenía mi propio sistema de adivinanzas que luego se convirtieron en las palabrarmas.

En honor a esa coincidencia que también existe con el gran maestro Simón Rodríguez —que es otro autor, del siglo XVIII, que descubrí y con quien también existe esa realidad en común de observar las palabras. Ese linaje es un linaje que se encuentra en todas las culturas, tanto en África como en Asia. Ahora nosotros nos lanzamos a un futuro ligado a esa línea de pensamiento.

Entonces pensé en la palabra ‘educar’ —y me imagino que ustedes también la habrán investigado. Educar viene del latín y se forma de la confluencia o del choque del ex, que quiere decir ‘de, desde, fuera de, a partir de’, y desde el ducere, que significa ‘guiar o conducir’. También de esa misma raíz viene la con-ducta.

¿Qué es ese sacar? ¿Qué es lo que saca la educación? Es muy interesante para mí el hecho de que el origen de la palabra sea un sacar, que es lo contrario de lo que hace la educación impuesta desde la invasión de América. Desde entonces inicia esta idea de que educar es meter ideas en la cabeza de los niños, cuando el sentido primordial, el primer sentido, fue ‘sacar’, es decir, liberar, soltar un potencial. Para mí eso es la médula del educar, que me fascina. Es en el auto-educar que uno observa cómo liberar ese potencial de autoconocimiento y de conocer, contemplar la forma y la calidad de la relación con los demás. Es decir, la conciencia y la calidad de la interacción.

Entonces, volviendo al duc, yo me imaginé que si el educar se enfocara en el duc, como el ducto, como el canal, como el tubo de la conductividad, que se define en el diccionario como “la capacidad de un cuerpo de dejar pasar calor o electricidad”, que la con-ducta, es decir, el ser guiados juntos o por lo que nos une, eso sería otra forma de entender el educar.

En una conversación previa que tuvimos con Miguel Braceli, hablábamos de lo precario como el principio educador y educante. Lo precario como lo que conecta con el dolor, con el no saber, con lo que se derrumba y deshace, que es lo que está pasando ahora. Entonces, ¿cómo crear un espacio donde ese con-ducirnos juntos sea algo que con-sideremos juntos? Que el intercambio y la calidad del intercambio nos guíe hacia una forma inclusiva en donde todos estemos dentro.

Imaginé desde niña, cuando empecé a inventar escuelitas —esto lo he contado muchas veces, formas de educar basadas en ese principio de la nada, del oír. La escuela que inventamos, la Escuela del Oír, se basa en eso: en la idea de que la palabra ‘oír’ es una puerta, que tiene raíz en el fonema o: la boca se abre como el oído se abre y produce asombro: ¡Oh! El oír es la puerta entre las dimensiones de la percepción.

Escribiendo sobre estas cosas, un día me encontré con la imagen de la pupila. Una imagen en la que aparece la idea de que la pupila, en muchas lenguas —esto es un término lingüístico fascinante, es al mismo tiempo la estudiante. La pupila es el hoyo al centro del iris por donde entra la luz. A la misma vez, la pupila representa el modo en el que otro nos ve. Es como si nos convirtiéramos en un ser diminuto parado en la puerta del iris del otro. El vacío por donde entra la luz. Es una imagen del intercambio y de reflejo de la idea de Freire, de que la educación en realidad solamente puede funcionar si no hay alguien que le enseñe al otro, sino que sucede cuando nos estamos enseñando y educando mutuamente.

Cecilia Vicuña: "Skyscraper Quipu" (2006), Nueva York. Cortesía: Cecilia Vicuña.

Nosotros nos educamos permanentemente con nuestros gestos, nuestras miradas, nuestros sentimientos. Ahora hay una ciencia relativamente nueva llamada la epigenética, que demuestra que, por ejemplo, una mujer embarazada cuando tiene un disgusto, una violencia, algo que le da rabia, ese dolor que ella experimenta se transmite al bebé en su vientre. Altera el orden y los genes y su posibilidad de transmitir una historia —porque, finalmente, los genes transmiten historias. Es decir, lo que la madre siente es más importante que la transmisión genética. Fíjense como eso trastoca por completo la ciencia que afirma que estamos determinados por la genética. No es así. Lo que realmente determina el futuro es lo que pasa entre la madre, el padre, la interacción. Es decir, las relaciones humanas. Ese es el principio de la cultura indígena. Siempre la reciprocidad, la transformación mutua y el trabajo conjunto. O el conflicto también es una suerte de cooperación, una suerte de protección.

Por último en estas notas, tengo la palabra ‘aprender’. De latín apprehendere, que es ‘coger, agarrar, atrapar’. Es el aprehender del aprendizaje, que es la única forma posible de aprender. Finalmente, la etimología de la palabra ‘escuela’, que viene del latín schola. Algunos lo traducen como ‘lección’. Significa ‘ocio, tiempo libre’. Es decir, la idea de que el estudio es la escuela de la libertad, de la nada, del no hacer nada.

Entonces, qué maravilla más increíble la potencialidad que eso nos da en la invención y en el pensar otras formas de escuela en las que el ocio, el desorden, el caos, el ser propio de los niños en la escuela, es la verdadera enseñanza.

Cecilia Vicuña
AUDITORIUM: Escuela del Oír el IM pulso de lo POSIBLE, con Cecilia Vicuña