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Una política para la danza es una construcción colectiva

08.12.2022

por Lia Rodrigues

Silvia Soter conversa con Lia Rodrigues sobre la danza como reflexión pedagógica y política en el Brasil actual, los principios de la Escola Livre de Dança da Maré y las maneras de trabajar con la esperanza como fuerza de movimiento.

Lia Rodrigues (São Paulo, Brasil, 1956) es una coreógrafa brasileña, conocida por sus obras de carga social y sociocrítica desarrolladas con la Lia Rodrigues Companhia de Danças. Asimismo, es fundadora del Festival Panorama (el festival de danza contemporánea más importante de Brasil). Desde 2004, su Compañía tiene su sede en la favela da Maré en Río de Janeiro, donde participa en el desarrollo de actividades educativas y artísticas del lugar.

Lia Rodrigues: "Una política para la danza es una construcción colectiva". Conversaciones, LA ESCUELA___ (2022).

Silvia Soter: Lia, una vez formulaste la pregunta ‘¿cuál escuela para cuál mundo?’. ¿Cómo sería una escuela de danza para el mundo de hoy?

Lia Rodrigues: Creo que hice esta formulación cuando ya estábamos caminando con nuestra escuela de danza aquí y en contacto con otras escuelas de danza en el extranjero, y me di cuenta de que había una gran diferencia. Creo que es necesario contextualizar: la Escola Livre de Dança da Maré [Escuela Libre de Danza de Maré] es una escuela que funciona en el Centro de Artes de la favela da Maré. Es una escuela de profesionalización de jóvenes para la danza, que también pretende formar ciudadanos-artistas, que tomen conciencia de temas del arte y de la danza, que entiendan dónde están, qué quieren de este lugar, hacia dónde van y cómo pueden interferir en esta realidad. Entonces es un proyecto de formación amplia de ciudadanía a la par de la formación artística.

CONVERSACIÓN | Una política para la danza es una construcción colectiva: Lia Rodrigues con Silvia Soter

En un país como Brasil, aunque hay un campo artístico, ¿por qué no hay un mercado laboral que absorba a los jóvenes?

¿Cuál mercado laboral funciona bien en Brasil? Hay muchos ingenieros sin trabajo, muchos médicos sin trabajo, haciendo de taxis, así que es un campo como cualquier otro, que tiene que ser construido también por estos estudiantes; porque se trata de una construcción. Una política para la danza es una construcción. No creo que sea una contradicción cuando miramos a los alumnos que pasaron por la escuela y el alto porcentaje de ellos que encontró su camino en la danza. Pero creo que en cualquier campo, no solo en las artes, este lugar no está garantizado, por eso es tan importante que en esta escuela trabajemos políticamente en conjunto con ellos; tienen que involucrarse en la construcción de este lugar para la danza en Brasil, que es lo que hacemos tú y yo desde hace casi 50 años.

Sostener esta escuela implica una gran inversión financiera, de instituciones y de muchos profesionales involucrados en ella. ¿Cuál es la inversión que se espera de los estudiantes, en términos de tiempo y compromiso? ¿Por qué crees que es importante que entiendan por lo que tienen que pasar?

Primero que nada, ellos tienen que entender que una escuela como esta, que ofrece maestros increíbles que se dedican a ellos, es gratuita pero no es gratis: ellos reciben una beca para estar aquí tres horas al día, cinco días a la semana. Es un lugar muy privilegiado, porque además de recibir todas las clases, tienen momentos con una psicóloga, que es muy importante para que se entiendan como grupo, para que hablen. La escuela habla de género, de raza… es un espacio interseccional, que puede hablar de estos temas mezclándose. Entonces, es importante que ellos entiendan que es una escuela que ellos también están construyendo; claro que está el tema de la asistencia, del compromiso de estar aquí todo el tiempo, pero eso también es un logro.

Trasladaste las actividades de tu compañía de danza —Lia Rodrigues Companhia de Danças— a Maré entre 2004 y 2005; pasaron muchos años y, en un momento determinado, surge el deseo de hacer esta escuela. Sería interesante que nos cuentes un poco por qué esta escuela aparece como una necesidad paralela y a la vez transversal al trabajo de la compañía.

Yo siempre deseé tener una escuela de danza que pudiera frecuentar y nunca logré ingresar a esa escuela. Entonces mi escuela fue mi experiencia como artista, como bailarina en el mundo y aquí en Brasil. Pero vi, por ejemplo, cómo era tu escuela, la primera escuela de danza que hubo aquí en Maré, en 2003; que fue cuando me presentaste Redes da Maré. Yo vi eso y dije: “¡wow, esta escuela es increíble, este proyecto es increíble, quiero ser parte de él!, pero no sé cómo hacerlo”. Porque a pesar de haber estudiado danza, haber asistido a escuela de ballet, haber hecho varias formaciones, nunca pude considerarme una profesora de danza.

Pero a mí me interesaba la pedagogía, crear artistas, que es lo que hago en mi compañía, porque quienes llegan muchas veces están al principio de su carrera o vienen de otros orígenes, y veo cómo florecen en el tiempo que dedican, y ahí empecé a entender que mi trabajo en la compañía era una labor de formación de jóvenes artistas. Comencé a entender esto y me dieron ganas, viendo el proyecto de la primera escuela, de que pudiéramos mezclar estas dos experiencias: la formación de un artista con una pedagogía propia.

Hablemos ahora de cómo funciona esta escuela que llamamos ‘escuela libre’, que abrió sus puertas en el 2010. ¿Cómo es el tiempo de permanencia, el tiempo del deseo, de las necesidades de cada alumno?

La idea inicial que tuvimos nosotras dos conversando, era que la escuela tuviera un Núcleo 1, dirigido a la población de Maré, que ofrece clases de varios tipos como ballet, hip hop, danza contemporánea, yoga, conciencia corporal, danza de salón… y también ofrecer clases gratuitas para los vecinos de esta zona que no tienen esta posibilidad. Así que creamos un horario de clases para los residentes.

Paralelo a eso, pensamos en tener este grupo de educación continua, que actualmente son 23 jóvenes entre 17 y 25 años, que siguen un programa de educación continua, como dije, tres horas al día, cinco días a la semana, y obtienen una beca. Esta es la Escola Livre de Dança, que funciona en el Centro de Artes da Maré.

Núcleo 2, Escola Livre de Dança da Maré. Fotografía: Sammi Landweer. Cortesía: Lia Rodrigues.

En ocasiones hay una relación más estrecha de estos jóvenes de la escuela con el trabajo de la compañía. ¿Podrías hablar de algunas de estas experiencias y ejercicios de convergencia?

Especialmente el Núcleo 2 de la escuela está muy ligado a la compañía, en el sentido de que discutimos juntos las clases, su formación, y puedo contribuir como artista en ese sentido. Tú trajiste la idea de algunos ejercicios pedagógicos artísticos y el primero fue el Exercício M, de Movimento e Maré; tomé partes de un trabajo mío, Aquilo de que somos feitos, y las mezclé con el deseo de estos estudiantes. Entonces creamos un trabajo que se presentó muchas veces, pero siempre en un contexto pedagógico, es decir, no es un espectáculo para vender sino para compartir con el público, dentro de esta idea de que un espectáculo de danza también puede ser un momento de reflexión sobre la formación y la pedagogía.

Esto está muy relacionado con tu propia compañía, cuando dices que el trabajo allí es formativo. Hubo una transposición de esta metodología con los jóvenes artistas.

Luego hubo otro ejercicio, el Exercício P, donde teníamos estructuras de creación que usamos para dos de mis piezas: Pororoca y Piracema, para crear otro ejercicio a partir de ellas y luego compartir con el público. Después del Exercício P, teníamos una relación muy bonita con la coreógrafa francesa Maguy Marin, que nos dio los derechos para hacer el May B, que es una obra clásica de la danza contemporánea. Trabajé con ella y me dijo: “Lia, quiero hacer esa donación a la escuela”, entonces montamos aquí el May B, bailado por alumnos de la Escola Livre, que incluso hicieron una pequeña gira por Europa y regresaron.

Ahora, el próximo ejercicio será E de Esperançar, Experimentar. La esperanza, me pareció tan bonito eso que planteaste en la letra E, Silvia, desde esta idea de Paulo Freire de que la esperanza es algo que esperamos, y nos quedamos parados, y él propone un verbo en movimiento que es esperanzar. ¿Cómo trabajamos con nuestra esperanza en movimiento? Es decir: crear, hacer cosas concretas, apostar. Y para esa experiencia, que aún está por hacerse, tal vez usemos algunas estructuras de Encantado y de Fúria, que son mis dos piezas más recientes; pero vamos a trabajar todos juntos, que es como siempre trabajo. Así que estos son los ejercicios que hacemos, ejercicios de creación con un sesgo pedagógico.

¿Podrías hablar un poco más sobre el aspecto formativo de la compañía? ¿Qué significa ser bailarín de compañía hoy, desde el punto de vista formativo? Un bailarín joven que entra allí, ¿qué tipo de compromiso tiene?, ¿qué forma le da como artista?

Hay algo de la experiencia, de la edad, que es muy divertido. Cada vez los bailarines son más jóvenes, y por supuesto, porque yo también me hago mayor. Ahora tengo casi 67 años, y el otro día me di cuenta que tengo la edad de la bisabuela de uno de nuestros alumnos… ¡ni siquiera de la abuela! Entonces, cuando llegan estos artistas, puede que incluso hayan hecho mucho trabajo creativo, pero hay una experiencia muy importante que es el tiempo.

Yo trato de no decir eso, trato de compartir, porque mi experiencia tiene algo que ellos pueden aprovechar. Entonces vienen aquí con diferentes antecedentes, de distintos lugares, y les abro las puertas para que me ayuden a formularme de nuevo, porque siempre estoy abierta a formularme y a que ellos se formulen, a aprender aquí. Siempre les digo que cuando entran aquí, es importante que entiendan que la compañía no se trata solo de hacer un trabajo de danza: la compañía tiene una idea, una ética de cómo hacer danza en Brasil. Está íntimamente ligada a este lugar, a Redes da Maré y a la escuela.

Entonces, cuando trabajan en la compañía, no se trata solo de hacer el trabajo, ganar su dinero; ese dinero se multiplica aquí. A veces esa comprensión no llega tan rápido para los de afuera, porque a veces se necesita tiempo para entender cómo se teje esta política; es diferente a ser un artista sin ninguna crítica. Es mi deseo ser una artista que trabaja así en este territorio, y que en los últimos 20 años ha buscado cruzar sus creaciones con la pedagogía, la formación y con este lugar que es la Maré.

Tus clases a menudo comienzan con conversaciones: con una gran presentación, con textos, con una provocación de cuáles son los artistas importantes para cada una de las personas que están ahí... ¿Cuál es la importancia de esta reflexión, de este compartir y estas conversaciones en tu proceso de creación?

Creo que siempre es un poco similar. He dado miles de talleres. Por ejemplo en el Cndc (Centre national de danse contemporaine) de Angers, que forma bailarines en Francia, trabajé durante un año con los mismos bailarines, y armamos una obra de teatro en base a eso; lo mismo en Lisboa y en otros lugares. Identifico esta forma de crear un territorio, de provocar a estos jóvenes... y yo solo me quedo ahí cosiendo y provocando, para que se organicen. En todos los experimentos, creamos algo juntos. Pero no lo voy a crear yo, sino ellos.

Tienes una perspectiva freiriana en ese sentido. No eres una profesora de danza como las de antes, porque este lugar de autonomía es muy poderoso para que un profesor provoque a alguien.

La gente se molesta mucho, porque están acostumbrados a recibir un regalo.

Educación bancaria, como si las personas fueran una caja vacía y depositáramos conocimientos...

Y yo siempre digo: “mira, no tengo un regalo para darte, tendremos que construir esta idea juntos”. No sé qué es, pero en realidad ese no-sé-qué-es ya lo has visto. Trabajo demasiado para no saber. Para decir “no sé qué es”, escribo hojas y hojas de cosas que estoy pensando, me preparo mucho para estar así, estoy preparada para lo que venga. Entonces, cuando termina la clase, anoto todo: “ay, no dije eso, hablemos sobre esto”; hago esquemas para mí, para poder estar en esta situación como profesora. Que es una situación que me hace muy frágil, del mismo modo que soy frágil en la creación —que no creo que sea algo malo.

Lia Rodrigues Companhia de Danças: "Pororoca" (2018). Fotografía: Sammi Landweer. Cortesía: Lia Rodrigues.

Es una vulnerabilidad de la reunión en sí, no le vas a imponer un proyecto al otro. Y puede pasar cualquier cosa, puede ser frustrante, o interesante, o puede que no lo sea, pero no importa. Tu forma de trabajar es sumamente pedagógica, trabajas en defensa del tema ético, político, de que el artista debe emanciparse.

Y asumir la responsabilidad, ¿verdad? Una vez hice un trabajo con una compañía en Noruega, y hubo un momento en que paré todo y dije: “gente, no es posible, ustedes son muy mimados, tienen que tomar una posición, no se puede trabajar así”. Fuera de Brasil siempre digo: “¿ustedes saben todo lo que tienen?”. Siempre traigo esta idea, traigo libros que estoy leyendo, películas, vengo con una constelación.

Tú vienes de un lugar muy diferente, pero también traes algo que se trata de tejer algo común, entonces necesitas presentarte al otro y también que te alimenten.

Tuve algunas experiencias geniales de convivencia que construimos con mis alumnos, un lugar donde la gente también tendría experiencias: hacían comida, tenían que ir al mercado, comprar, hacer cuentas, todo... uno discutía con el otro. Esto para mí es una lección de cómo comportarse. Y a menudo veo a artistas que se unen a la compañía que no tienen esa experiencia, así que a veces hay fricciones. Es la experiencia de responsabilizarse por el lugar donde elegiste estar.

Voy a cerrar con una pregunta que amerita hablar primero un poco del contexto: Maré es un espacio popular, un conjunto de 16 favelas en la ciudad de Río de Janeiro, entendida como una zona periférica, aunque se encuentra en el camino hacia el Aeropuerto Internacional de Galeão, junto a una de las vías más importantes de acceso a la ciudad de São Paulo. Pero es un lugar que la gente que vive en las zonas más privilegiadas de la ciudad no visita. Desde que llegaste al Centro de Artes da Maré, me doy cuenta de que una dimensión de tu trabajo, que es pedagógica y también formativa, es la formación de público. Este año, Fúria —una creación de 2018— se presentó por primera vez en Río; también tu más reciente creación, Encantado, de 2021. Presentas estas obras, que tuvieron su estreno y circularon en Europa, en el Centro de Artes da Maré... ¿En qué consiste esta operación, o cuál es tu interés en hacer que el público se mueva y venga a Maré para tener acceso a estas obras?

Desde el comienzo de mi relación con Redes, me di cuenta de que tendría que llevar este nombre de Maré y Redes da Maré a todas partes. Tú lo viste, hicimos muchos trabajos en Francia y teníamos que ser muy didácticas explicando; desde que conocí Redes lo intento. ¿Qué puedo hacer? Puedo llevar este nombre, esta relación, al mundo, a afuera. ¿Por qué afuera? Porque es donde está el dinero. Me parece triste, por ejemplo, que siempre me presento aquí y no tuve ningún apoyo ni de la Municipalidad ni de la Secretaría de Estado para esta temporada, que creo que es muy importante para la ciudad de Río de Janeiro.

Como dijiste, estas dos obras han circulado por todo el mundo y aquí no tenemos ningún apoyo, lo hacemos en colaboración con Redes y con muchas ganas denuestra parte. Pero creo en ti, Silvia, creo que la gente que vive en la zona sur, que es un lugar protegido, necesita venir aquí y entender que el mundo y el arte no se limitan a ese lugar... El arte debe democratizarse. Un artista necesita, a mi modo de ver, estar en el momento de su mundo. Yo soy una mujer blanca, tengo muchos privilegios, y pensé: ¿qué puedo hacer con mis privilegios? Mis privilegios equivalen a responsabilidad. ¿Cómo utilizo esa responsabilidad? Lo hago en todos mis proyectos, no solo en la colaboración con Redes, con el Centro de Artes y la Escola Livre, sino también con la Companhia de Danças.

Creo que la gente que hace arte en la zona sur tiene que entender que este lugar también existe, que también hay artistas aquí, artistas de Maré, que tienen su obra, su forma de pensar el mundo, que son también importantes y también mrercen ser vistos, escuchados, compartidos. Utilizo mi compañía para hacer esta mezcla de los artistas de Maré y los artistas de la compañía con el público de Maré.

Veo esto en el tiempo... no existe el tiempo para nosotros. El tiempo de aprender no se acabará, el tiempo de crear no se acabará, el tiempo de construir una escuela y un centro artístico no se acabará. Ese tiempo no se acaba, así es la vida. Aunque aún tengo algunos años por delante, yo tendré un fin, pero espero que esta obra permanezca, que tenga continuidad.

Verás, hoy tenemos un gobierno que ha destruido todas las bases de la educación, además de destruir los territorios de la Amazonía, que está llevando a este país a una situación de hambre insostenible, las universidades sin ninguna inversión... por eso vemos lo importante que es que estemos aquí resistiendo. Podría irme, hay muchas posibilidades de trabajo, pero es aquí donde hay que quedarse, porque aún hay mucho por construir.