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Emilio Renart

Resituar la creatividad

Introducción… surgió en el contexto de la útlima post-dictadura argentina como una herramienta para comenzar a sanar el trauma civil de años de violaciones de los derechos humanos (...) Resituar este método hoy día podría resultar interesante para restaurar lazos sociales y afectivos altamente estresados por la pandemia de Covid-19 (...)

Emilio Renart: "Dibujo Nº4" (1965). Cortesía: Art Museum of the Americas, Washington, DC.

"(...) Frente a la problemática de todo esto y del hacer, traté de reunir en una obra mi resultante actual, es decir tuve la necesidad de integrarme. Este integralismo me llevó en profundidad, dado que acepto la posible coexistencia combativa de los elementos, siempre que vivan en un ámbito común que los contenga y los armonice sin desmedro de la integridad individual".

Renart, Emilio. Cat. Renart expone. Galería Pizarro, Buenos Aires, 1962.

"La creatividad es una palabra de la que mucho se habla y poco se investiga. Normalmente sirve para producir hechos más o menos originales que luego pueden derivar, o no, en factores de consumo. Esto, a mi entender, configura un uso de las personas que los genera, quienes quedan relegadas cuando tal capacidad se atenúa.
Mi intención apunta a un mejoramiento del individuo, ya que entiendo que todos somos creativos por el hecho de ser seres racionales. La diferencia estriba en la trascendencia o no de esa creatividad".

Renart, Emilio. Creatividad, 1987. S/E, Buenos Aires. En Introducción, p. 11.

El Taller Introducción a la Creatividad dictado por Emilio Renart (Argentina, 1925-1991) en el Museo de Artes Plásticas “Eduardo Sívori” de la Ciudad de Buenos Aires, entre 1985 y 1988, significó la instauración de un método de trabajo que buscó la autoconciencia de sus asistentes al reparar en la potencia demarcadora de la imaginación que cada unx de nosotrxs posee en tanto ser humanx. El método se alejó de la formación de agentes profesionales, la competitividad individual y reflexionó sobre la búsqueda de una impronta artística individual proponiendo una dinámica horizontal, de camaradería y reflexiva. Buscó, además, reparar en los lazos sociales y afectivos entre sus participantes, logrando conformar una comunidad entre pares y de contención.

Renart abordó lo artístico desde distintas aproximaciones bajo dos nociones radicales para su práctica expandida: ‘integralismo’ y ‘creatividad’. Desde esta posición comprendió la producción de artefactos visuales, la investigación y escritura de lo que entendió por ‘creatividad’, así como la importante labor en torno a la docencia que llevó a cabo de manera sostenida por varios años. ‘Integralismo’ es el postulado con el que de manera primigenia se acercó a la práctica artística, que sostuvo y buscó condensar en la serie Integralismo. Bio-Cosmos (1962 – 1967). Este, según lo entendió, funcionaba como principio totalizador en el uso conjunto de elementos de disciplinas que tradicionalmente actúan por separado. Así, lo pensaba como la posible concatenación de elementos interdisciplinarios con el objetivo de llegar al máximo de las posibilidades de los medios plásticos (el dibujo, la pintura, la escultura).

A su vez, bajo el rótulo ‘creatividad’ postuló la fuerza de la imaginación que cada unx posee, en tanto herramienta configuradora de un imaginario personal que no responda a postulados de lo que “debe ser” el arte como derivado de las industrias creativas. Toda su producción se puede mirar y analizar desde este prisma utópico de expandir los límites establecidos que representó en su práctica artística, condensó en su trabajo de escritura de textos para catálogos, plasmó en el libro Creatividad (1987) y accionó sobre la esfera pública en su tarea como docente en talleres de instituciones educativas, así como también en la estructuración del taller Introducción a la Creatividad realizado en el Sívori.

El contexto como detonante

Introducción… se llevó a cabo en el Sívori por varios años con la concurrencia de miles de personas de diversas edades, intereses y formaciones. Surgió a través de la invitación de Hugo Monzón, director de la institución entre 1985 y 1995, en un contexto histórico específico en Argentina: la primavera alfonsinista. En un clima social de euforia, alegría e ilusión civil debido al retorno de la democracia con la presidencia de Raúl Alfonsín (1983-1989), que puso fin a la última dictadura cívico-militar (1976 – 1983)3, el seminario, estructurado en distintas etapas, funcionó en un museo público4 de la órbita del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con una de las colecciones de arte argentino más importantes.

En este contexto general, el inicio del taller se enmarcó dentro de la implementación de políticas públicas estatales que buscaron disminuir los componentes del autoritarismo en la sociedad, para dar lugar nuevamente a modos de representación de la voluntad ciudadana. Se buscó volver a desarrollar una sociedad participativa donde el pluralismo de miradas y posiciones rechazara los dogmatismos. Se implementaron, entonces, diversos programas de alfabetización masiva, así como la eliminación de la censura en las diversas actividades artísticas; se dio lugar a profundas transformaciones en las instituciones de arte, las universidades y en el sistema científico, propiciando el regreso al país de intelectuales exiliados; se dio la promulgación de leyes de derechos civiles, como la de divorcio vincular y patria potestad compartida. Por otra parte, a su vez, tuvo lugar un hecho inédito: el proceso judicial conocido como “Juicio a las Juntas”, realizado por la justicia civil en 1985 sobre los integrantes de la dictadura cívico-militar, debido a sus graves y masivas violaciones de derechos humanos sobre la población.

Emilio Renart: "Dibujo Nº8" (1965). Cortesía: Colección Malba, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires.

Dentro de este marco sociopolítico, el taller se desarrolló en una institución pública, abierta a quien estuviera interesadx en participar, con el objetivo de reconfigurar lazos afectivos. Los orígenes del método se remontan a inicios de la década del setenta, a raíz de la muerte de Graciela, hija de Renart, de 16 años, en un accidente de tránsito. De esa circunstancia surgieron los “ejercicios de convivencia”, la proto-ecuación que luego desarrollaría a través de los años. En ese momento, el método se centró en el interés por atenuar el dolor de lxs integrantes de la familia, de su unidad afectiva íntima. Así, lxs reunió en diversas jornadas en torno a una hoja de papel en la cual, con marcadores de colores, cada unx expresaba por medio de puntos, líneas, letras y números, lo que sentía. Las premisas eran básicas: 1) trabajar desde el centro hacia los extremos, para evitar verse obligadx a establecer quién llegaba primero a ese centro (ese criterio era competitivo y por consiguiente, motivo de conflicto); 2) no interferir en ningún trazo, lo que significaba respetar el esfuerzo realizado por unx y otrx; 3) cuando algunx de lxs participantes se cansaba, podía pedir la rotación del grupo y esto implicaba la cesión de su lugar de trabajo —territorio— y enfrentarse con lo hecho por otrx, que debía respetarse inexorablemente de acuerdo con la pauta establecida, aun cuando aprender a desposeer no resultaba fácil.

Esta reunión de trabajo basada en una proxemia física de horizontalidad de lxs cuerpxs participantes habilitaba a que funcionara como una “terapia atenuada”, según palabras de Renart. La articulación de un discurso, así, mediante la grafía y la palabra hablada hacía su aparición como canales dentro de un proceso de sanación, de restablecimiento de lazos afectivos, de complicidades, de comunión.

Emilio Renart: "Autorretrato" (1980). Acrílico sobre papel. Cortesía: Colección Museo de Artes Plásticas Eduardo Sivori.

Más acá de esta cualidad y dimensión de lo afectivo, Renart comenzó a entender que esta práctica era indisoluble a aquella que se enmarcaba dentro de la esfera artística. Así, si en la serie Integralismo. Bio-Cosmos (1962-1967) buscó asociar partes que se oponían tradicionalmente como la pared, el piso, la escultura, la pintura y el dibujo a través de la configuración de una imagen y estilo personal. A partir de 1973, comenzó a entender concientemente que una integración grupal y de paridad entre sus participantes por medio de ejercicios significaba potenciar la dimensión creativa individual, partiendo de lo que consideraba patrimonio de todxs: el conocimiento de los elementos gráficos.

La propuesta realizada por la dirección del Sívori fue la oportunidad para Renart de profundizar en su método trabajo, de abrirlo a nuevas participaciones, de unir fuerzas con otras personas. Desde el inicio, Introducción… tuvo una convocatoria abrumadora, que hizo que para la primera sesión los cupos fueran sobrepasados en cantidad de asistentes. Hubo que sumar otro día de impartición del taller y estructurar una organización interna con coordinadores y un asesor. Concurrieron más de 5.000 personas a lo largo de los años que se dictó. El curso fue ideado y coordinado de manera general por Emilio Renart, quien convocó al médico psiquiatra David Ghelman a sumarse al equipo para brindar apoyo a lxs diversxs coordinadorxs ante la demanda de la gran cantidad de personas que asistían.

Modelo Introducción a la Creatividad

El taller se estructuró en diversos grupos de asistentes con la presencia de lxs coordinadorxs y especialistas. Los encuentros duraban entre dos y tres horas, a lo largo de las cuales la dinámica establecía una investigación focalizada en la autoindagación por parte de cada quien, para proyectar inquietudes personales, atenuar lo hipercompetitivo, desarrollar los afectos y fluidificar la comunicación como mecanismo para superar temores. La propuesta postulaba que “De haber una resultante esta sería: darnos cuenta de que todos podemos expresarnos creativamente ya que somos seres racionales, es decir que tenemos una capacidad asociativa de ideas que el resto de los seres vivos carecen”. Así, buscaba desandar lo competitivo e instaurar una dinámica de lo afectivo, basada en la estructuración de una comunidad social a través de la comunicación, que facilitaría el desarrollo tanto del individuo como del conjunto. El objetivo, entonces, era rescatar a la persona y su creatividad. Así, el taller se estructuró en diversos “rubros” por los que transitaba cada asistente. Cada uno de ellos se fijaba un objetivo general. Estos “ítems”, suscintamente, eran:

RUBRO 1: DESCUBRIRSE-DESCUBRIR (Motivos que lo impulsaron)
RUBRO 2: ELABORAR (Cotejo con lo registrado en la memoria)
RUBRO 3: INTUIR (Análisis de futuras posibilidades)
RUBRO 4: OPTAR (Motivos que impulsaron para decidirse)
RUBRO 5: INVENTAR (Concretar lo procesado por intermedio del ejercicio propuesto). Para esto no se requiere la planilla adjunta.

Introducción… surgió en el contexto de la útlima post-dictadura argentina como una herramienta para comenzar a sanar el trauma civil de años de violaciones de los derechos humanos, que dejó como legado un aumento del individualismo, una acentuación de la derechización de la sociedad y una creciente preferencia por la desigualdad. Resituar este método hoy día podría resultar interesante para restaurar lazos sociales y afectivos altamente estresados por la pandemia de Covid-19. Salvando las obvias distancias trágicas de un proceso y el otro, pero entendiento que el tránsito de una situación inédita y traumática para la sociedad, como el Covid-19, conlleva un desmejoramiento social, resulta provechoso mirar las dinámicas llevadas a cabo en el pasado para encontrar luz en el futuro.

Introducción… diagramó sobre el trabajo colectivo basado en una horizontalidad de camaradería que indagó en la configuración de estilos individuales y personales que respondieran a deseos auténticos en la constitución de universos visuales propios. Buscó en la autoindagación y autoconciencia, mediante un hacer que no respondía a un modelo a seguir sobre lo que es el arte, lo que debe hacer un artista y qué materialidades utilizar.
Muchas veces, solo basta con regresar al archivo y sentir las reberveraciones de las oralidades de los documentos para que alumbren diagonales a tomar.