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Disidencias del Carnaval de Barranquilla: teatralidad, integración y aprendizaje colectivo

09.02.2024

por Adriana María Urrea Restrepo

Desde noviembre de 2003, el Carnaval de Barranquilla fue declarado por la Unesco Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Antes de ese año, ya las prácticas e intereses del sector privado (comercio e industria) habían tenido injerencia en las disposiciones del carnaval, alejados ellos de la improductividad propia del carnaval, de las fuerzas de la vida y del arte.

Barranquilla, o “La Arenosa”, o “Curramba la Bella”, está ubicada en el Caribe colombiano1, a orillas del río Magdalena2. Sus aguas van bajando desde el Eje Central del macizo colombiano de la cordillera de los Andes, hasta su desembocadura en Bocas de Ceniza. Puerto de libres durante la colonia, allí llegaron indígenas y afrodescendientes con sus tradiciones de carnaval, prohibidas en Cartagena de Indias y Santa Marta. En la República, y ante el incremento del comercio exterior durante la segunda mitad del siglo XIX, Barranquilla se convirtió en el principal puerto de Colombia. A este puerto marítimo y fluvial llegaron olas migratorias de europeos y no europeos. En este encuentro insólito de culturas, que Glissant llamaría “creolización”, se fue fortaleciendo el carnaval.

A Barranquilla también llegó, en 2015, la Maestría Interdisciplinar en Teatro y Artes Vivas —Mitav— por un convenio con la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico. Para las y los profesores3 que cada quince días viajábamos de la capital a esta región, implicó el reto de establecer relaciones que se desmarcaran de la sordera propia del centralismo que caracteriza a este país. Desde su inicio en 2007, la Mitav se había propuesto aguzar la escucha a las fuerzas vitales que movilizaban a quienes depositaban su confianza para acompañar sus procesos de creación. Habíamos apostado a posicionar las artes vivas4 como un campo post/disciplinar e in/disciplinado, en el que los afectos —en tanto que efectos de las fuerzas de la vida sobre los cuerpos— fueran el eje de nuestras operaciones éticas, estéticas y políticas. En esa escucha supimos que el carnaval impregna cada una de las prácticas, expectativas y deseos del acontecer cotidiano, individual y colectivo de esa ciudad. Y también se nos hizo evidente que está marcado por las contradicciones propias del modelo de industria cultural, “fuente de desarrollo”, alejado de la fuerza de resistencia que caracteriza a los carnavales5.

Carnavalada, Barrio Bellavista. Actriz Mabel Pizarro. Cortesía: Fundación Cultural Ay Macondo.

La necesidad de disentir

Desde noviembre de 2003, el Carnaval de Barranquilla fue declarado por la Unesco Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad6. Antes de ese año, ya las prácticas e intereses del sector privado (comercio e industria) habían tenido injerencia en las disposiciones del carnaval, alejados ellos de la improductividad propia del carnaval, de las fuerzas de la vida y del arte.

La Carnavalada –Festival de teatro y carnaval al aire libre–, organizada por Darío Moreu7 y Mabel Pizarro de la Fundación Cultural de Ay Macondo8, retoma la tradición de los años cincuenta y sesenta de la época en la que el carnaval estaba conectado con las comedias callejeras9 que convertían la calle en un gran teatro, al que acudía un público de diferentes edades y condiciones sociales. A su regreso de Bogotá, retomaron la tradición de los disfraces colectivos con los que desfilaron hasta el 2000 por la Vía Cuarenta10. Por esta avenida se realizan los desfiles más promocionados turísticamente por Carnaval de Barranquilla SAS. En el 2000, Ay Macondo desfiló con una comparsa llamada Carnavalada que reunía los disfraces de los cinco años anteriores, incluido el Sátiro Alado de un par de años antes. Ese año, el sábado de la Batalla de Flores, el entonces presidente Andrés Pastrana se encontraba en el palco. Al pasar frente al mandatario, que se inclinó como en gesto de saludo, se le ocurrió a Darío Moreu la travesura de sacudir fuertemente el falo. Al día siguiente no se le permitió desfilar al Sátiro Alado, razón por la cual Darío Moreu se amordazó.

No solo motivados por este hecho, Ay Macondo decidió abandonar la forma desfile. Ya se habían planteado esta urgencia ante la distorsión del espíritu del carnaval que generaba por la contaminación visual, el exceso de lentejuelas en los disfraces y empezaron a ahondar en la teatralidad del carnaval y lo carnavalesco del teatro.

En el año 2001 hicieron un montaje teatral de la Cándida Eréndira, que itineró por diversos barrios. La diversidad de público que disfrutó de esta puesta en escena en espacio abierto, reafirmó la intuición de Darío y Mabel de que era posible interrumpir el tiempo vertiginoso del desfile con una propuesta estacionaria que diera lugar a otra forma festiva. Así surgió la dramaturgia de la Carnavalada que se mantiene hasta nuestros días: un tiempo inicial para las artes escénicas —danzas folclóricas y piezas teatrales festivas—, un tiempo para el concierto de grupos de música folclórica y una parte final de integración, donde el público se disuelve para ser participante, gracias al baile colectivo animado por una curaduría musical que incluye música colombiana de ambas costas, del gran Caribe y africana. Durante 15 años la Carnavalada tuvo lugar en el frente de la casa de los Moreu, sede de Ay Macondo, en el barrio Bellavista, pero fue creciendo tanto que tuvo que pasar a la plaza pública. Primero fue al Parque Cultural del Caribe, cerca del centro, y desde hace un par de años se realiza en el Parque del Sagrado Corazón, en el barrio El Porvenir.

La Tropa de Melquíades: Cada hombre con su pájaro. Dirección: Manuel Sánchez. Foto: Valeria Amor.

La Tropa de Melquíades es una de las actividades realizadas por Luneta 5011, organización emblemática de Barranquilla, fundada por Manuel Sánchez y Zoila Sotomayor. Responde a la pregunta por las especificidades de la comparsa teatral que en 2006 Manuel le planteó a un grupo nacional de artistas de la escena. Hasta el año 2011 desfilaron por la Vía Cuarenta, pero desde el 2012 se unieron a los desfiles del Carnaval de la 44 y de municipios aledaños a Barranquilla como Puerto Colombia, Palmar de Varela, Galapa y Santo Tomás, donde hay cercanía con el público que está en su propio territorio y el grupo de comparseros no se siente usufructuado por los organizadores de los carnavales locales.

Con este aprendizaje colectivo, y con el reto de exponer su singularidad, Manuel llevó a cabo el proyecto personal para la Mitav Cada hombre con su pájaro, en el que colaboró La Tropa con el mismo entusiasmo y afecto que en los años previos. Cada hombre con su pájaro es la primera comparsa de este grupo que no tiene un espíritu conmemorativo. Fue producto de la mirada atenta de Manuel Sánchez a un fenómeno cultural de Barranquilla: muchos hombres andan por las calles llevando una jaula con un pájaro adentro. Consistió pues en una amplificación de un detalle de la ciudad. Tuvo dos momentos. El primero como la comparsa De hombres y pájaros, que desfiló los días 5, 6 y 7 de febrero de 2017 en los carnavales de los municipios cercanos a Barranquilla mencionados anteriormente: Puerto Colombia, Palmar de Varela y Galapa. El segundo, Cada hombre con su pájaro, como la huella escénica de las sensaciones corporales y sonoras y de los objetos de la comparsa. Pasó, pues, de la calle al teatro. Su logro fue haber mantenido la fuerza del desfile en el espacio cerrado y estacionario. Esta comparsa tenía implícita una pregunta por las masculinidades y esta ha marcado las producciones posteriores a saber: Supuna Jieyuu13, camino de mujeres (2019-2020), en la que un grupo de mujeres ancestrales, procedentes de diversas culturas, se reúnen ante la inminente extinción del rito del “encierro de la señorita” en la comunidad wayuu, y la puesta en escena estacionaria derivada de la anterior, Asürülaa: el último encierro (2023)14.

La Nave de Lxs Locxs15 es un grupo interdisciplinar surgido en 2019. Hace énfasis en la dimensión ritual, el espíritu político y de resistencia del carnaval. Resalta la importancia política de los cuerpos y los espacios sociales que ocupan. Para ellos el carnaval es un portal espacio-temporal que permite el encuentro espiritual entre negritudes, pueblos originarios, colectivos feministas y LGBTIQ+; no es una fiesta banal.

Como parte del rescate de lo ritual, el colectivo ha propiciado encuentros con las comunidades campesinas de La Chorrera16, vereda ubicada a 40 minutos de Barranquilla, Koggi de la Sierra Nevada de Santa Marta, y la palenquera del barrio Las Nieves de Barranquilla. Con ellas se ha unido, con el máximo de respeto, a la de Barrio Arriba (de la desembocadura del río), territorio donde viven y han vivido los portadores de las manifestaciones originarias del carnaval; en sus barrios17 se mantiene la esencia popular, democrática y gratuita del carnaval. Su comunidad mantiene vínculos de confianza y está abierta al intercambio de saberes y al cuidado mutuo18.

La Nave de Lxs Locxs: En la Calle 17. Foto: Adelaida Chiriví.

A tono con este espíritu, Carlos María Romero (alias “Atabey Mamasita”)19, rueda clandestinamente durante el año de confinamiento, producto del COVID-19, La Nave (2021, 52 mins)20. En este documental se propuso transmitir la experiencia sensorial, la alegría, el humor, la espiritualidad y la espontaneidad de un carnaval más participativo que espectacular, como es el de la calle 17 en Barrio Arriba, y el espíritu de La Nave de Lxs Locxs, colectivo al que pertenece.

Para terminar, es preciso traer a este mapeo Travestiario tropical. La sexposición (4 de noviembre de 2021 al 4 de abril de 2022)21, curada por Danny González Cueto22, quien desde el 2004 se ha dedicado a investigar el Carnaval de Barranquilla y, en especial, la participación de la población LGBTIQ+. También hace parte de La Nave de Lxs Locxs.

Teniendo en cuenta que la homosexualidad ha sido estigmatizada por el carnaval y que gracias a la lucha permanente de los miembros de estas comunidades han ganado reconocimiento, Travestiario tropical puso en espacio los archivos afectivos de las prácticas corporales de la comunidad LGBTIQ+ en el carnaval, en espacial en la Guacherna Gay.

A través de casi 500 piezas —entre imágenes, textos, archivos de prensa, audiovisuales y objetos—, proponía al visitante avanzar en el reconocimiento de las diferencias. Para lograr este objetivo, la exposición se activó mediante múltiples formatos: cine-foros, recitales de poesía, talleres de maquillaje, encuentros académicos y un performance colectivo inspirado en La última cena del colectivo chileno Las Yeguas del Apocalipsis, conformado por Pedro Lemebel y Francisco Casas23.

Espero que este rapidísimo paneo por estos colectivos permita mostrar cómo estos movimientos de resistencia mantienen vivo el carnaval, a pesar de la máquina demoledora de la mercantilización.