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Hacer que la vida sea habitable

03.05.2022

por Eduardo Carrera

Cuando hablo de explorar y mapear, también quiero decir salirse del camino y perderse. En este texto, ofrezco tres provocaciones (proyectos) para despertar su imaginación: identificar formas de programación cultural con vínculos en las comunidades sexodisidentes; modificar las formas de estar juntas para poder sostener la vida de compañerxs; desafiar las normas metodológicas de la institución y obtener las implicaciones pedagógicas de las disidencias sexuales en relación a los cuidados y las formas de hacer comunidad (...)

Formas de producir espacios para lo queer / cuir

¿Qué otros posibles encuentros permiten las prácticas artísticas y activistas entre individuos y comunidades? ¿Cómo expandir las fronteras del mundo habitable para incluir a aquellxs que por su raza, género, clase social o cualquier otra especificidad, son expulsados de la vida social? ¿Se puede hablar de metodologías queer/cuir1 sin hacer cuenta de la existencia de las heterosexuales? ¿Cómo entendemos nuestras formas de hacer como sujetos efímeros y nuestros esfuerzos por hacer y habitar un mundo, utilizando procedimientos metodológicos heteronormados / institucionalizados? ¿De qué manera las vidas cuir están reconocidas como vidas y qué categorías lingüísticas o poéticas existen para afirmar/representar su realidad?

Alrededor de estas y otras preguntas en relación con ciertos hitos puntuales de la “comunidad y los activismos LGBTIQ+ y su relación con las prácticas artísticas contemporáneas y las pedagogías”, buscaré revisar distintas formas de producir conocimiento, procesos investigativos, de mediación comunitaria y educativos para explorar el asunto cada vez más urgente de cómo nos preocupamos por nosotras mismas, nuestras colegas, nuestras colaboradoras y nuestras audiencias a través del trabajo en el activismo y en las artes, dentro y más allá de las instituciones.

Este artículo considera las definiciones cambiantes del trabajo del activismo y sus relaciones con el arte y la disidencia sexual, a la luz de las economías afectivas, del cuidado, la rabia y el amor. Examina cómo las concepciones recientes de gestión cultural y activismo cambian el énfasis de la práctica curatorial —del cuidado de objetos y colecciones, a la producción y gestión de redes de sociabilidad, energías colectivas y relaciones profesionales—. Si bien los proyectos de los cuales hablaré no son gestionados por curadores, estos reconocen la naturaleza interseccional de la curaduría y el arte. Estas iniciativas han sido parte de proyectos curatoriales que he llevado a cabo en colaboración con artistas, galerías y museos. Impulsando una redefinición de la atención curatorial, reasignando las prioridades y recursos curatoriales e institucionales.

Se trata de formas de hacer que surgen de redes afectivas que sostienen a comunidades políticas, culturales y sexuales. Me interesa reflexionar sobre el activismo y las prácticas artísticas en sus dimensiones afectivas, para cuestionar las divisiones entre lo público y lo privado, lo afectivo y lo político, en las que se basan tales distinciones respondiendo a una lógica colonial binaria.

En todo caso, para el filósofo español José Luis Aranguren, la intimidad está vinculada con la reflexión y la conciencia, con la subjetividad, pero también con la autonarración y la autointerpretación2. Y este asunto me parece importante, ya que la posibilidad de contarse a sí mismo la propia vida requiere un contexto, una oportunidad de tiempo, de concentración, de identificar, explorar, mapear.

Cuando hablo de explorar y mapear, también quiero decir salirse del camino y perderse. En el resto de este texto, ofrezco tres provocaciones (proyectos) para despertar su imaginación: identificar formas de programación cultural con vínculos en las comunidades sexodisidentes; modificar las formas de estar juntas para poder sostener la vida de compañerxs; desafiar las normas metodológicas de la institución y obtener las implicaciones pedagógicas de las disidencias sexuales en relación a los cuidados y las formas de hacer comunidad. A través de los siguientes proyectos, deseo identificar algunas de las posibilidades más interesantes y útiles de la creación del mundo queer/cuir y las condiciones que hacen que la vida pueda ser habitable. Estas metodologías, formas de hacer, de habitar, renuncian a una relación heteronormada con el conocimiento, invitan a darse un paseo por calles inexploradas y en la dirección equivocada. Son una forma de acercarse a territorios del cuidado, de la cooperación y de las alianzas.

Proyecto Trvansgen3ro

El Proyecto Trvansgen3ro produce una profunda reflexión sobre la solidaridad, la resiliencia, la autodeterminación y la necesidad de un nuevo imaginario social. Una organización transfeminista con sede en Quito, Ecuador que trabaja por la igualdad entre mujeres, hombres y personas de diversa condición sexo-genérica, y por el fortalecimiento del tejido asociativo trans en Ecuador a través de estrategias políticas, socioculturales, jurídico-formales y de uso alternativo del derecho.

Elizabeth Vásquez, una de sus fundadoras, recuerda un encuentro que tuvo una noche del año 2001 (a sus 21 años) con Yelina Fuertes, una trabajadora sexual trans, activista innata, de la familia “Lafayette”. “Lafayette” era el apellido cultural de la familia de compañeras trans a la que ella pertenecía, por el hostal de La Mariscal donde vivían, que llevaba el mismo nombre. Esa noche nació la “Patrulla Legal”3 y posteriormente la Casa Trans.

Proyecto Trvansgen3ro: Noches de Patrulla Legal, Campaña "Tacones Blancos por la Vida". Cortesía: Proyecto Trvansgen3ro. Archivo que formó parte de la exhibición en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito, 2019.

De las comunidades de la calle, y la relación con las trabajadoras sexuales trans, nació la propuesta de establecer una Casa Trans, y lo hicieron nuevamente vía “subversión desde dentro”, escogiendo un barrio quiteño de clase media, tradicional, del norte, como es La Gasca, donde la presencia trans resultara impensable. La Casa Trans emprendió un proceso de tres años de sensibilización con los vecinos hasta que “transgenerizó el barrio”. Hoy la presencia trans es parte del paisaje de La Gasca4.

Para Fabián Tello, actual director del proyecto, la pandemia ha sido un momento en el cual se han fortalecido las redes de apoyo, con proyectos como “Puente Solidario” se logró asistir a las compañeras trabajadoras sexuales entregando víveres durante el tiempo más duro del confinamiento. Fabián es un activista adolescente, tiene 17 años, y uno de sus principales objetivos es visibilizar a la infancia y la adolescencia trans.

El archivo de imágenes del Proyecto Trvansgen3ro comprende fotografías que documentan la trayectoria del transfeminismo en Ecuador desde la experiencia de la organización. Las fotografías dan cuenta de hitos en el activismo trans: reivindicaciones emblemáticas, procesos de base comunitaria y propuestas de artivismo y uso alternativo del Derecho.

Centro Cultural Guayaqueer

Guayaqueer hizo su transición de un espacio de diseño y de contenidos virtuales a un espacio de gestión cultural independiente, que además de su tienda y librería, cuenta con un programa de cine marica y con talleres de voguing. La tarde del sábado 19 de junio de 2021, la plataforma digital Guayaqueer se transformó en el Centro Cultural Guayaqueer, primer centro cultural LGBTIQ+ en la ciudad portuaria más importante del Ecuador. El valor simbólico que tiene esta casa cultural situada en el centro de Guayaquil es importantísimo para la visibilización de realidades diversas que resisten a la heteronorma. La sede consiste en una tienda y un espacio versátil, que se activa como un espacio expositivo o una librería, donde venden camisetas, stickers, tazas, libros para colorear y pins con ilustraciones de Guayaqueer. Los fondos recaudados de la venta de estos productos son una forma de generar una economía solidaria para que el proyecto sea sostenible y dé sustento a sus integrantes.

Las implicaciones de transitar de un espacio virtual a uno físico hacen evidente la necesidad del encuentro de los cuerpos; más aún en tiempos en los que una pandemia nos está acechando. Víctor García Mejía, integrante del proyecto, menciona que la audiencia de la plataforma ya lo pedía, la gente quería encontrarse, tramar cosas juntas, transformar la ciudad. Guayaqueer mezcla, de manera subversiva y desafiante, el imaginario LGBTIQ+ y la cultura queer con la imaginería popular guayaca/ecuatoriana, buscando llenar espacios privados y públicos de ideas, protestas y malestares. Sus ilustraciones han sido vitales para entablar discusiones para la formulación de políticas públicas, planes de gobierno y campañas electorales, como son el debate sobre el aborto y la violencia de género. Asimismo, creando una sociedad más políticamente participativa ya que lxs ecuatorianxs vinculados a las disidencias sexuales y la comunidad LGBTIQ+ encuentran representación y visibilidad en esta plataforma.

Inauguración de Guayaqueer, Centro Cultural en la Ciudad de Guayaquil, Ecuador (2021). Cortesía: Guayaqueer.

Sala Comunitaria Nueva Coccinelle

El 28 de noviembre de 2020, en el marco de Noviembre Trans, a través de un proceso colaborativo y de mediación comunitaria con el Colectivo Nueva Coccinelle, se inauguró la Sala Comunitaria Nueva Coccinelle, en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito; un espacio de articulación comunitaria, educativo y expositivo donde se exhibe el archivo histórico del colectivo, y que a la vez es su sede temporal. El colectivo Coccinelle fue uno de los que participó activamente en la despenalización de la homosexualidad en el Ecuador en el año 1997. Su archivo fotográfico y audiovisual muestra una serie de actividades realizadas en favor de los derechos de las comunidades LGBTIQ+ en el Ecuador. Está dividido en secciones que muestran su trabajo de base (capacitaciones, alianzas, protestas), así como también una mirada al interior del mismo colectivo (fiestas, duelos, encarcelamientos, muertes y amistades).

En mayo de 2019, el Frente de Transfemeninas y Gays del Ecuador ‘Nueva Coccinelle’ demandó al Estado ecuatoriano por las “graves violaciones a los derechos humanos” perpetradas por la criminalización de la comunidad LGBTIQ+ en el país, durante el proceso de despenalización de la homosexualidad. Su archivo es un registro y evidencia de la violencia, la resistencia y el sentido de comunidad que se construye alrededor del trauma. En este sentido, como señala la académica canadiense Ann Cvetkovich, los archivos de la disidencia sexual transmiten el trauma de la historia que acompaña la vida sexual y la formación de políticas públicas sobre el sexo, reafirman el papel de la memoria y del afecto para compensar la negligencia institucional5.

Hoy, estas memorias son contadas desde el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (CAC); sin embargo, las condiciones y metodologías con las que una institución de arte abre sus puertas, a veces pueden quedar cortas: la normatividad y burocracia de las estructuras institucionales muchas veces no están preparadas para sostener las relaciones con las comunidades. Como diría la filósofa Judith Butler, puede ser que la vida misma se extinga cuando el camino está decidido de antemano, cuando imponemos lo que es correcto para todos sin encontrar una manera de entrar en comunidad y descubrir allí lo correcto, en medio de la traducción cultural6. Ante el encierro y estos nuevos tiempos, el CAC y los museos pueden ejercer una función renovada como espacios sociales, como espacios de negociación discursiva en términos no solo de representación. Y al mismo tiempo, son lugares que pueden convocar a la contradicción, que la encarnan y que le dan lugar a la paradoja.

En este sentido, me gustaría mencionar al educador y museologo español Pablo Martínez y sus reflexiones en cuanto al museo constituyente, que sería aquel que trabaja con los elementos que están fuera del museo —algunos dentro, otros dentro/fuera—, grupos y colectividades que movilizan y desafían a la institución y sus lógicas, son aquellos que nos dan sentido, y son aquellos que también se enfadan con nosotras; si el museo se convierte en un espacio sin crítica exterior, está muerto7. Los museos tenemos audiencias y comunidades diversas, la Sala Comunitaria Nueva Coccinelle es algo diferente, es lo que se denomina como los ‘contra públicos subalternos’, una combinación de voces complejas en las que las negociaciones y equilibrios de poder puedan de alguna manera reconfigurar las relaciones en el museo (...).

Si algunas formas de vida —especialmente las que están fuera de la ley heterosexual— no son reconocidas como tales, ¿de qué términos o visualidades se valdrán estas personas para nombrarse, reconocerse y darse un lugar en el mundo? Es más, si los discursos existentes para nombrarlas, reconocerlas y permitirles habitar el mundo social están cargados de heteronormas, prejuicios y justificación de la violencia, ¿qué alternativas ofrece el lenguaje para hacer del mundo social un lugar de acogida, un lugar habitable?

Para el Proyecto Trvansgen3ro, el Centro Cultural Guayaqueer y la Sala Comunitaria Nueva Coccinelle, habitar el mundo es entender el hecho de que la vida de uno está siempre, en algún sentido, en manos del otro. El elevado estado de vulnerabilidad y precariedad que experimentan algunas vidas frente a otras les impone a estos proyectos importantes obligaciones; cuestionar críticamente las condiciones en las que es posible percibir una vida como precaria y explorar formas de reducir esa precariedad, de modo que se pueda promover la mayor persistencia y florecimiento de esa vida. De esta manera, los encuentros con la vulnerabilidad y la precariedad tienen el potencial de generar respuestas éticas y no violentas desde el arte y las instituciones culturales.

Crear un mundo habitable para los seres humanos significa desmantelar las formas rígidas de la individualidad. Estos esfuerzos humanos, que transforman realidades, hacen que la vida sea habitable, o como diría Butler, hacen que cualquier vida humana sea enteramente vivible.