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La idea sin acción es un despropósito

23.04.2022

por Esvin Alarcón Lam

Esvin Alarcón Lam (Guatemala, 1988) es un artista cuyo trabajo se desplaza entre distintos medios como escultura, instalación, fotografía, pintura, sonido, video y performance. Sus proyectos involucran pensar críticamente las relaciones históricas y políticas en diálogo a los desplazamientos de personas y materiales. Desde hace 3 años, lleva adelante la residencia artística independiente Pagoda Imaginaria, con la intención de ofrecer un espacio e infraestructura a proyectos artísticos diversos en Ciudad de Guatemala. Desde allí, comparte reflexiones acerca de sus procesos, desvíos y metodologías.

Esvin Alarcón Lam: "Cardamom Drawings" (2021). Performance en Riyad, Reino de Arabia Saudita. Cortesía: Esvin Alarcón Lam.

Educación

Formación

Ser artista es una decisión. Recuerdo que fue precisamente durante mi formación universitaria cuando un maestro me advirtió de lo empobrecido que puede ser el mundo laboral —hablo del mundo de las burocracias y sus escaleras infinitas—. Esa advertencia me ayudó a decidir que ser artista sería mi trabajo, en tanto me resultaba un reto. Cabe mencionar que a edad temprana uno no conoce el estrés financiero ni todas las responsabilidades de la vida adulta (si uno corre con cierta suerte y privilegios, al menos).

Mi práctica nace y se nutre desde la incomodidad y la inconformidad de ser una persona. Para ser artista primero hay que ser persona. Por lo tanto, mi trabajo se relaciona con muchas capas de la vida cotidiana, como la duración, el movimiento de personas, los desplazamientos de humanos y de entidades no humanas; además, todo atravesado por las contradicciones del mundo complejo, por las disidencias sexuales, procesos migratorios y familiares, la historia y cómo esta se materializa, la transformación de la sociedad, entre otros.

Enseñanza

Yo entiendo que el arte es una forma de acción comunicativa, y en ese proceso hay un espacio importante para generar pensamiento crítico. Es decir, no creo que el arte cambie las cosas por sí mismo, pero nos permite tener discusiones necesarias, que no son solamente sobre problemas, sino que permite el desarrollo de sensibilidades, y la sensibilidad es una herramienta cognitiva.

En Guatemala hay una profesora llamada Esperanza de León, cuyo talento para transmitir a lxs estudiantes sus conocimientos artísticos en definitiva es una forma de práctica artística. A veces tenemos una concepción elitista del arte, y en esa narrativa, artista es aquella persona generadora de plusvalía a través de la producción de objetos coleccionables con un valor estético. Es por esto que el concepto de ‘práctica artística’ es atinado, pues rompe con la lógica conservadora y nos permite concebir que el arte es una cosa que se hace (coleccionable o no), y no necesariamente una que se consume.

Aprendizaje

Quizá pueda percibirse como pretencioso, pero no es la intención: Guatemala es un lugar tradicional por conservador, pero como espacio para experimentar y aprender, es un sitio sumamente no tradicional. Aquí la mayoría de los artistas no estudiamos artes, y en buena medida es porque aún si lo hicimos en las academias locales, es como si no tuviésemos educación artística, por ser una muy precaria y enfocada en las habilidades manuales. Pero a la vez hay una riqueza de pensamiento muy fuerte, y esa contradicción da pie a muchísima experimentación, porque hay hambre de comerse el mundo, y porque mal que mal, Guatemala es heredera de varias culturas con sabidurías complejas —algunas ya estaban aquí y otras llegaron entre los embates de la historia—. Guatemala te confronta con lo peor del ser humano, porque es un país que da rabia. Si uno aprende a navegar este país, puede navegar el mundo, o eso me gusta pensar.

También están los artistas que estudiaron en alguna academia internacional, y a menudo, aunque no siempre, son los más ignorantes porque lo que en Inglaterra o Barcelona es un tema relevante, en un país como Guatemala puede no serlo. La realidad en un contexto social complejo como el guatemalteco tiene otras especificidades que no necesariamente se pueden aprender y aprehender desde escuelas occidentales. No estoy defendiendo lo anti-científico, sino estoy ofreciendo una perspectiva desde mi experiencia en Guatemala, en donde he visto a muchas personas con grados académicos pero sin experiencia situada, lo cual es paradójicamente muy frustrante para ellas y ellos, pues la educación formal, como todo sistema, también crea sus propias ficciones. Claro, si una persona eurocéntrica lee lo que estoy aquí afirmando, quizás le parezca una estupidez.

Una obra que me impresionó tempranamente fue el libro de Thomas Hirschhorn Establishing a Critical Corpus. Su idea de que el trabajo artístico puede constituir un cuerpo crítico me pareció interesante, pero además, la forma de adscribir la idea de la precariedad para pensar y reflexionar sobre los problemas contemporáneos que nos atañen fue un estímulo ineludible, porque iba más allá de las lógicas de la porno-miseria. Ahora que lo pienso, el proyecto de residencia artística independiente que inicié hace más de 3 años utilizando terrazas de edificios, llamada Pagoda Imaginaria, se relaciona con la posibilidad de pensar, desde nuestros contextos y posibilidades, otras formas de relacionarnos con el mundo.

Procesos

Inicios

Toda idea nace con el coraje de cuestionar. Y estas preguntas aparecen viviendo la vida, cuando algo nos afecta y, por ende, nos moviliza a actuar. La idea sin acción es un despropósito.

Así fue como nació Pagoda Imaginaria, precisamente, pues las ideas necesitan de cierto espacio y una infraestructura; por eso en Guatemala es difícil que proyectos de pensamiento y de creación logren permear más a la sociedad. Vivimos en una precariedad institucional, en un Estado capturado por mafias. Ante este escenario desolador, las ideas pueden cambiar el mundo, pues el pensamiento tiene la labor de incomodar cuando las cosas no están bien o no son justas. Como dice Cecilia Vicuña: tu rabia es tu oro.

Gala Berger: "Mango Fantasma - I capítulo de la ópera agro-ecológica" (2019). Desarrollada como artista en residencia en Pagoda Imaginaria. Performance en Ciudad de Guatemala. Fotografía: José Wolff.

Cuestionamientos

La duda, el error y la intuición son precisamente los canales por los cuales se ventila un proyecto artístico. Con esto quiero decir que las obras son precisamente la materialización (o desmaterializacion) de ellas.

Eso que llamamos error es solamente parte del proceso, aunque en el mundo que nos ha tocado vivir, sí es necesario saber cómo concluir un proceso artístico, lograr transmitir lo que queremos decir sin perder nuestra voz, porque nuestro trabajo es también parte de quien somos y eso debe estar allí en alguna parte.

No sé cómo hayan cambiado mis procesos a lo largo del tiempo, pero estoy seguro de que no son los mismos. Quizás ahora me doy más permiso de equivocarme porque estoy un poco más seguro de lo que hago. O dicho de otra forma, estoy menos preocupado por estar seguro de lo que hago y más me interesa hacerlo.

Estrategias

Hablo muchísimo. Hablo con mis amigas y amigos, personas claves en mis procesos. Me entusiasman mis proyectos y ese hecho me encamina por distintos rumbos, en los cuales la intuición es un método consciente y consistente. También someto a crítica mis ideas y consulto con algunas personas cercanas a las artes, como curadorxs, artistas, maestrxs, etc. Aunque por lo general siempre consulto primero a mi madre. Ella me llevó a mis primeros cursos de pintura cuando yo era un niño aún.

La consulta de referencias, como literatura e imágenes, es clave. Vale siempre la pena preguntarse quiénes son las otras personas que han transitado dudas como las que estoy experimentando, así sé que no estoy solo en esa búsqueda; pero también porque se busca aportar algo nuevo, por minúsculo que sea.

Creo que la disyuntiva está entre tener procesos metodológicos pero no tener una fórmula. Afortunadamente, la investigación permite el uso de la creatividad y de arriesgarnos a expandir los límites que nos impone la vida diaria, la economía, las instituciones, las normas sociales, entre otros; precisamente, para transgredirlas. Mi método es no acomodarme.

Procedimientos

A veces las ideas vienen en fragmentos. Algo básico es contar con libretas y cuadernos de dibujo para hacer esbozos y bosquejos. Es decir, no es que un proyecto completo venga en una ocurrencia mientras uno se cepilla los dientes, pero sí pueden aparecer imágenes que se conectan con algún proyecto pendiente, y se necesita ese registro para más adelante intentar atar los cabos sueltos. Así se le va dando forma a un proyecto.

Ahora bien, si es algo performativo o escultural, se necesita, luego de tener una idea y ojalá haber consultado algunas referencias bibliográficas, ir al grano y comenzar a experimentar con lo no verbal, con lo kinestésico, lo que es meramente espacial o formal inclusive. Para mí es válido e incluso deseable inventarse ejercicios o métodos, como una especie de ensayo y error. En un proyecto artístico se puede ir de lo inductivo a lo deductivo o viceversa, es como cualquier cosa en la vida.

A veces también escribo. Y a veces el procedimiento no llega a ningún lado, pero cabe recordar que no decir nada puede ser necesario en algunas ocasiones.

Diálogos

Si algo tenemos claro hoy día es que ningún proyecto nace de una sola persona. Participa desde la persona con mejores conocimientos técnicos y a quien necesito para realizar el proyecto, ya sea que le consulte o directamente le contrate para realizar una parte del proyecto para la que no soy bueno. Hasta un interlocutor crítico que nos ayuda a depurar una idea. Por ejemplo, el pintor hiperrealista que se mide el pulso a pura técnica, también necesita de la empresa de enmarcado para darle el toque barroco a su pintura fuera de época. Estos saberes se comparten y son colectivos. Es más bien el paradigma de la autoría el que está en crisis.

Obras

En proceso

Estoy trabajando en poner mi estudio en orden. Necesito ver en conjunto varios proyectos que por la fragmentación que se crea al exhibir proyectos en distintas latitudes, nunca los veo físicamente en un mismo sitio. Y a partir de allí poder reflexionar, hacer mi propia crítica.

Dentro de lo anterior, está terminar algunos proyectos inconclusos, como algunos dibujos que dejé a medias cuando la residencia en Arabia Saudita llegó a su fin. Lo mismo me pasó cuando fui a la residencia en Art Omi, hubo piezas que inicié pero no pude terminar. Ambos proyectos se relacionan con la tierra, la historia de las migraciones y del despojo colonial, en el sentido que las historias del cardamomo y del bambú están relacionadas a conceptos orientalistas entre América Latina y Asia. Esa preocupación ya la he expresado en varios proyectos previos, solamente que ahora tienen como punto en común las expediciones botánicas. Es un interés en el que pude indagar mucho durante la pandemia, pues tuve tiempo para leer libros que conseguí, apoyados por la USDA y otras fuerzas occidentales.

En proceso también se encuentra el proyecto La soberanía del mango, que justamente se hará bajo la invitación de La Escuela___, en colaboración con otras talentosas y generosas profesionales en Venezuela. En ese proyecto vamos a enfocarnos en el imaginario tropical a través de la acción de recoger mangos en el espacio público, como símbolo emotivo en una ciudad tan modernista como Caracas. Vamos a reflexionar sobre espacio público, soberanía alimentaria, patrimonio y juventudes.

En perspectiva

Los proyectos que resultan en lecciones de humildad son los que se hacen fuera del país. Lo menciono porque aunque en las redes sociales todo es rimbombante ante el hecho supuestamente heroico de exhibir internacionalmente, es en las experiencias fuera de nuestros estudios y fuera de los círculos cercanos que se prueba el carácter y la fuerza de las ideas y emociones que mueven nuestra práctica.

Cada proyecto involucra un sinfín de habilidades y competencias. A veces veo a artistas con ideas buenas pero con falta de experiencia en producción, y si no se cuenta con esas competencias, los proyectos están destinados a fracasar. Por eso es bueno tener amigos con experiencia a la mano; pedir ayuda es sano.

Esvin Alarcón Lam: "Cardamom Drawings" (2021). Performance en Riyad, Reino de Arabia Saudita. Cortesía: Esvin Alarcón Lam.

Contextos

Una vez alguien me dijo —intuyo que con la intención de dañar— que lo bueno de mi práctica es que no tengo identidad y que me adapto a donde voy. Como quien dice que investigar in situ es un error o una falta de ética. En este punto, considero importante saber en dónde se está y desde dónde uno se enuncia.

La porosidad, esa cualidad del poro de permitirse permear es, al menos para mí, algo deseable, pues es como si todo el cuerpo pudiese escuchar, como si cada poro absorbiese un poco de lo que roza la piel, y en esa fricción hay un intercambio vital. En esta variabilidad influye el hecho de que no soy un nacionalista y no veo necesidad de tener un estilo nacional, como sucede con los brasileños y su herencia neoconcreta, por ejemplo. Además, ser contemporáneo es también haber experimentado la alienación; para revertirla, hace falta encararla, y en mi caso, investigar las distintas historias y contrapuntos de las relaciones que atraviesan mi cuerpo, resulta relevante para un proyecto de vida.

Es precisamente la ambivalencia y la dialéctica entre esferas pública y privada las que nos forman y deforman, y en esos intersticios se esconden secretos cuyo potencial subjetivo puede enriquecer un contexto dado. El reto es cómo romper la maldita inercia.