Prisciliano Jiménez: Antes de llegar a la escuela, todo era intuitivo y con un interés de aprender, pero en realidad no sabía qué más había ahí. Entonces empecé en el ámbito profesional y descubrí la historia del arte, que para mí era un misterio, solamente me llegaba información sobre el arte por los medios comunes de información, pero ahí realmente descubrí líneas que me abrieron un poco más la mente. Tuve maestros muy buenos que me guiaron y mi interés se fue centrando sobre todo en la escultura en piedra. Cuando descubro la piedra, tuve una conexión inmediata con el material y ahí empezó mi camino de entender exactamente qué es lo que quería hacer.
En un punto, me di cuenta de que muchas de las cosas que hacía eran conocimientos muy particulares: técnicas, uso de materiales y cosas que había ido aprendiendo en este proceso, y que ahora comprendía que eran conocimientos culturales o regionales pero aplicados a la plástica, entonces se empieza a dar un sentido en el lenguaje. Contrastar mi cultura regional me permitió entender exactamente las diferencias en las que estaba situado o sentado.
Para mí, todo el proceso artístico siempre fue y ha sido ir entendiendo quién soy y de dónde vengo, la identidad p’urhépecha indígena que tengo por la vena paterna ha determinado mucho esa forma de pensar. La plástica me ayudó a ir descubriendo exactamente los elementos que me hacían ser lo que es el ser p’urhépecha, entonces empecé a usar todos estos símbolos en mi obra y los símbolos del trabajo de la tierra.