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Gerardo Mosquera

La pertinencia de una pedagogía ´líquida´

22.08.2023

Gerardo Mosquera

con Félix Suazo

El curador, crítico e historiador de arte cubano Gerardo Mosquera nos ofrece en esta entrevista su apreciación sobre el papel de los artistas docentes en la configuración y desarrollo de las corrientes de renovación artística en Cuba en los últimos decenios. Al mismo tiempo, habla sobre la curaduría y la crítica de arte en cuanto hechos educativos.

Su extensa trayectoria como estudioso del arte latinoamericano y su inserción en la dinámica global, plantea una perspectiva abierta, enmarcada en las nociones de “apertura, diversidad y flujos”, contexto en el cual sitúa la potencialidad de una “pedagogía líquida”.

Juan Francisco Elso Padilla: "Por América [José Martí]" (1986). Fuente: The Bronx Museum Collection.

Félix Suazo: ¿Cuál es tu apreciación sobre los artistas docentes en la configuración y desarrollo de las corrientes de renovación artística en Cuba? ¿Podrías indicarnos algunos nombres de artistas docentes en Cuba que consideres relevantes? ¿Cuáles son, según tu punto de vista, sus aportes en materia educativa?

Gerardo Mosquera: El Instituto Superior de Arte (ISA), fundado en 1976 en La Habana, fue un foyer de educación y de ebullición artística y cultural durante las décadas de 1980, 1990 y 2000. Esto se debió en gran medida a la acción docente de jóvenes artistas, críticos y teóricos que fungían allí de profesores y a la vez eran protagonistas de la vanguardia artística, el llamado Nuevo Arte Cubano. Esta condición hizo posible conectar en forma muy viva la efervescencia de la producción artística de avanzada con la labor docente. Lo llevaron a cabo artistas como Consuelo Castañeda y Flavio Garciandía (en un primer momento) y René Francisco y Lázaro Saavedra (en un segundo momento), las teóricas Guadalupe Álvarez y Magaly Espinosa, y el crítico Osvaldo Sánchez.

De gran significado fue el proyecto Galería DUPP, de René Francisco, que agrupó a varios estudiantes en una actividad artística conjunta más allá del terreno docente, de intensa creación y discusión de ideas, y que produjo obras notables, una de ellas galardonada incluso con un premio internacional. René Francisco ha publicado recientemente el archivo de este proyecto en un grueso volumen que recoge toda la vasta y múltiple actividad realizada. Igualmente, el proyecto Enema, de Lázaro Saavedra, agrupó a estudiantes en una acción semejante e igualmente fructífera, más orientada hacia el performance.

Toda esta actividad pedagógica fue enormemente fecunda en la formación de nuevos artistas y sus reverberaciones fueron más allá del ISA, conectándolo con la práctica viva del arte. De la mayor importancia fue además la Cátedra Arte de Conducta organizada y auspiciada por Tania Bruguera, que se extendió durante siete años y donde participaron artistas, teóricos, críticos y curadores de varios países. Caracterizada por una pedagogía muy libre y abierta a todo aquel que mostrara talento artístico, de la Cátedra surgió una buena parte de los artistas cubanos de hoy.

En un texto sobre la obra de Tania Bruguera, comentas su relación con el magisterio de Juan Francisco Elso Padilla, quien figura entre sus profesores. ¿Podrías comentarnos sobre la actividad docente de Juan Francisco Elso Padilla, los puntos centrales de sus enseñanzas y principales discípulos?

Fue una pedagogía enfocada en un trabajo anticonvencional, dirigido a una creación muy libre, sobre todo estableciendo una relación con la naturaleza, y al uso de materiales y metodologías heterodoxos, en un acercamiento pleno de espiritualidad y hasta de misticismo. Esta pedagogía se relacionaba con la labor con niños desarrollada por Gustavo Pérez Monzón en la Casa de Cultura de Jaruco. Entre sus discípulos recuerdo a Luis Gómez.

¿Qué tipo de docencia artística sería pertinente en el contexto de un mundo multipolar y globalizado?

No me siento capaz de responder a esta pregunta, pues nunca me he dedicado a la enseñanza del arte. No obstante, si hablamos de globalidad y multipolaridad estamos hablando de apertura, diversidad y flujos, por lo que me parece que se requeriría una pedagogía “líquida”, siguiendo la noción de Zygmunt Bauman.

¿Se puede educar a través de la curaduría y la crítica de arte?

Sí se puede, y el porqué es muy simple: ambas son actividades discursivas, productoras de sentido y de conocimiento. Toda buena curaduría y toda buena crítica de arte siempre enseñan, son hechos educativos.