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Marina Waisman

Marina Waisman: la teoría y la enseñanza

14.02.2024

por Inés Moisset

En su trayectoria pionera e innovadora, Marina Waisman anudó la enseñanza, la investigación y la difusión entendiendo que estas actividades crean una sinergia necesaria para la construcción de una disciplina situada en su tiempo y en su contexto.

Retrato de Marina Waisman. Colección del Instituto Marina Waisman.

Marina Waisman (Buenos Aires, 1920 – Río Cuarto, 1997), una de las más reconocidas críticas de arquitectura del siglo XX, reflexionó largamente sobre las relaciones entre la teoría y la enseñanza de la disciplina. Su extensa labor en las distintas universidades donde actuó, se amplió además a partir de las publicaciones en libros y revistas que hicieron llegar su pensamiento más allá de las fronteras de Argentina. Recibió numerosos reconocimientos antes de su fallecimiento en 1997. Fue galardonada con el Premio América por su incansable labor crítica y trascendental aporte a la arquitectura latinoamericana en 1987. Fue miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes de la Argentina. La amplia comunidad universitaria que compartió con ella distintos espacios de trabajo, la recuerda por la claridad con que exponía sus ideas, por su sentido del humor y por su generosidad y compañerismo.

¿Quién era Marina Waisman?

Apellidada de soltera Kitroser, Marina Waisman se graduó como arquitecta en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) en 1945. En una carrera totalmente masculinizada, fue la única mujer de su promoción; solo dos arquitectas se habían recibido antes que ella: Nélida Azpilicueta en 1937 y Líbera Carmignani en 1942. Como lo cuenta ella misma en su artículo “La mujer en la arquitectura”, que redacta en 1969, las mujeres se comienzan a incorporar a las universidades, la administración pública y los equipos de concursos hacia los años 60, cuando comienza además a incrementarse el número de alumnas en la carrera.

«Todo esto no ha sido ganado sin esfuerzo. En general, la mujer como profesional tiene comienzos mucho más difíciles que el hombre, y el abrirse paso en la profesión suele resultar, en ocasiones, realmente arduo. Es muy frecuente que la mujer deba demostrar una capacidad indiscutiblemente mayor que la de sus competidores masculinos para ocupar un lugar cualquiera en la profesión. […] Una formación familiar tradicionalista, por un lado le crea dificultades psicológicas para adaptarse a la lucha por la vida en un campo que según esas condiciones está reservada al hombre: mientras que por otro lado ejerce continuamente presiones adversas, expresas o no, a través del círculo familiar o social. Son muchísimas las mujeres que han fracasado en esa lucha»1.

Waisman se preocupó extensamente por el patrimonio modesto de las ciudades, tanto desde sus enseñanzas como también desde un concreto activismo. Ella renunció en 1970 a la asesoría municipal, cuando pese a su firme oposición se decidió demoler la casona del pintor Emiliano Gómez Clara, ubicada donde hoy se encuentra la Plaza de la Intendencia de Córdoba.

Desarrolló una intensa actividad en los SAL (Seminarios de Arquitectura Latinoamericana) que se iniciaron en 1985 en Buenos Aires. Este grupo fue un núcleo de discusión sobre el impacto del movimiento moderno en nuestras ciudades, la destrucción del patrimonio y los modos propios de aproximación a estas problemáticas. Aquí convergieron, entre otros propulsores de una discusión sobre la realidad latinoamericana, Rogelio Salmona, Silvia Arango, Ruth Verde Zein y Enrique Browne.

Su producción teórica fue realizada mayormente en colaboración, integrando equipos, entendiendo la polifonía como una instancia superadora a la observación individual. Esta vocación por lo colectivo también se manifestaba en la participación en la formación de instituciones que vincularan a las personas interesadas en profundizar sobre el pensamiento arquitectónico, como el Instituto Interuniversitario de Especialización en Historia de la Arquitectura (IIDEHA) en 1958, el Instituto de Preservación del Patrimonio de la Universidad Católica de Córdoba en 1975, y el Centro para la Formación de investigadores en Historia y Crítica de la Arquitectura de la Universidad Nacional de Córdoba en 1995.

Producir conocimiento y transmitir conocimiento

«La política […] es la búsqueda de los caminos más adecuados para lograr los fines más altos: […] en la universidad sería la mejor calidad de la enseñanza, la posibilidad de desarrollar investigación, la posibilidad de producir conocimiento, no meramente transmitirlo»2.

Waisman se inició en la docencia en la misma universidad donde estudió en 1948, donde creó la primera Cátedra de Arquitectura Contemporánea, que dictó hasta 1971. Entre 1956 y 1959, dio clases en la Universidad Nacional de Tucumán. Junto a un relevante núcleo que articulaba profesores de todas las universidades argentinas, creó el IIDEHA, participando en la organización de seminarios donde convergían destacados especialistas del momento: Umberto Eco, Vincent Scully, Fernando Chueca Goitía, Giulio Carlo Argan, Reyner Banham, entre otros. Marina participó activamente en la redacción de documentos donde reflexionaba sobre la enseñanza de la arquitectura, considerando que es más importante el método y la orientación cultural que los planes de estudios. Observó la falta de precisión en los términos empleados como ‘espacio’, ‘color’, ‘proyecto’, ‘experiencia’, como así también destacó la necesidad de promover intercambios de puntos de vista, favoreciendo los contactos entre docentes a través de seminarios, cursillos o trabajos comunes. Ella fue una precursora de la investigación en arquitectura en Argentina.

«El instituto de investigación cumple de tal manera con una tarea doble: proporcionar a la sociedad a la cual se vincula, los resultados de los estudios que en él se realizan, y crear el clima universitario indispensable para la formación del docente, complementando la preparación que el arquitecto puede haber conseguido en su labor profesional. […] Se creará finalmente el tipo completo de universitario que no se limita a la mera actividad docente, sino que ve en ella el motivo para el estudio continuo y una ampliación de sus conocimientos que le permitan ocupar con plena conciencia y autoridad los cargos docentes que gradualmente le corresponden»3.

En 1974, Marina se incorporó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Córdoba, donde formó el Instituto de Historia y Preservación del Patrimonio (hoy denominado Instituto Marina Waisman), primer posgrado en el tema en el país. Aquí nació un grupo de trabajo que intervino en obras patrimoniales de la ciudad y se encargó de elaborar el catálogo de bienes a preservar de la ciudad. El equipo interdisciplinario, dirigido por ella, estaba integrado por docentes y estudiantes de la carrera, que hacían sus prácticas y colaboraban como especialistas consultores de UNESCO4. Uno de los trabajos más relevantes llevados a cabo por el Instituto fueron las tareas de preservación de la Real Casa de Niñas Huérfanas Nobles y Educandas Santa Teresa de Jesús, institución pionera dedicada a la enseñanza sistemática de mujeres en el Virreinato del Río de La Plata, desde 1782. En 1980 se ocupó junto con Freddy Guidi y Teresa Sassi de la recuperación y restauración de la casa Garzón Maceda (hoy Centro Cultural España Córdoba). También desde el Instituto, restauraron el Salón De Profundis del Convento de San Francisco y un conjunto de puentes de la ciudad. Dice Waisman:

«La enseñanza en estos cursos de graduados me obligó a profundizar en los mecanismos de la producción historiográfica, a reflexionar sobre las condiciones de la transculturación, […] a analizar los problemas historiográficos desde el punto de vista americano»5.

"La enseñanza de la historia de la arquitectura", documento realizado en las reuniones de docentes que tuvieron lugar en Tucumán, abril 1957. Redacción atribuida a Marina Waisman. Archivo Cedodal.

En 1991 fue designada como profesora emérita de la Universidad Nacional de Córdoba y en 1992 volvió a dicha casa de estudios, dictando las cátedras de Problemática de la Modernidad en América Latina y Problemática de la Postmodernidad en América Latina. Creó allí el Centro para la Formación de Investigadores en Historia, Teoría y Crítica de la Arquitectura, hoy llamado Centro Marina Waisman donde se iniciaron numerosos docentes de las universidades cordobesas.

Difundir el conocimiento

Otra cualidad presente en su obra era la sencillez y la falta de solemnidad de sus textos, altamente accesibles, inclusive utilizando el recurso del humor y la ironía en sus escritos. Su carrera académica se realiza en paralelo a una intensa carrera en el campo editorial. En 1970 comenzó a colaborar con la revista Summa de Buenos Aires, dirigida por Lala Méndez Mosquera. A partir de 1976, fue directora de la colección Summarios. También colaboró posteriormente con Summa+. Sus artículos se encuentran además en publicaciones de Alemania, Brasil, Chile, Cuba, Estados Unidos, España, Francia, Italia, Japón y Suecia. Entre los libros que publicó se destaca La estructura histórica del entorno, una interpretación desde la cultura latinoamericana del libro Teorie e Storie dell’architettura, de Manfredo Tafuri, realizado en 1972.

Hasta principios del siglo XX, no encontramos una producción sistemática de historia de la arquitectura, ni en Argentina, ni en los países latinoamericanos. Los parámetros tenían que ver con la historia escrita desde Europa, a partir de los cuales se trataba de forzar la realidad para que entrara en las categorías ajenas. Veremos cómo una serie de historiadores se preocupan por estas temáticas y comienzan a desarrollar una historia de la arquitectura propia, inventando los propios instrumentos y las propias preguntas. Waisman fue pionera en este sentido, haciendo un esfuerzo relevante para construir un aporte desde el punto de vista metodológico. Produjo teoría de la arquitectura mirando las problemáticas de la región y proponiendo herramientas adecuadas para entender nuestra realidad. Ella señala que:

Marina Waisman en la reunión de docentes de historia de la arquitectura, Universidad Nacional de Tucumán, 1957. Archivo Cedodal.

«[hay que] reconocer que los instrumentos de pensamiento que utilizamos no son neutros, sino que las preguntas orientan y califican las respuestas, efectuar un ajustado análisis de ciertos instrumentos de pensamiento que provenientes de los países “centrales” han encerrado largamente la historiografía de la arquitectura latinoamericana en límites y pautas de valoración que distorsionaban su significado». (WAISMAN, “Autocrítica”, 1998).

Su objetivo era buscar un método, una aproximación a la arquitectura desde la historia, con un enfoque que hoy llamaríamos “decolonial”, criticando herramientas de pensamiento desarrolladas en países “centrales”. Siempre incitaba a “mirar lo propio con ojos propios”. Entre 1987 y 1988, como resultado de los cursos dictados en el Instituto de Preservación, escribe el libro El interior de la historia. Historiografía arquitectónica para uso de latinoamericanos (financiado por el CONICET y publicado en 1990 en Colombia), donde planteó la necesidad de manejar instrumentos propios para la crítica de la realidad en Latinoamérica6. El libro propone un novísimo enfoque conceptual que modificó el modo de construir la historia del continente. Para Marina, la teoría sustenta la enseñanza y, por lo tanto, es imprescindible construir una posición situada. Se opone totalmente al método de la imitación, como se transmitía anteriormente el oficio en las escuelas de bellas artes.

«La enseñanza de la arquitectura está basada necesariamente en una teoría: ya que la enseñanza es una de las formas en que una teoría o filosofía de la arquitectura se “encarna” por así decir. […] Pero no siempre la teoría sustentadora de una enseñanza ha sido explicitada claramente; más aún, a menudo ha permanecido oculta a la conciencia de quienes la ejercían. Pues una tradición puede llegar a ser tan fuerte que pasa por verdad indiscutida»7.

Otras publicaciones relevantes son la Guía de Arquitectura de Córdoba, coordinada junto a Gustavo Ceballos y Juana Bustamante (1996)8, 10 arquitectos latinoamericanos, escrito junto a César Naselli (1989)9, y La arquitectura descentrada (1995), que analiza el mundo fragmentado de fines del siglo XX. Esta producción siempre estuvo ligada a las actividades académicas desarrolladas por ella.

En su trayectoria pionera e innovadora, Marina Waisman anudó la enseñanza, la investigación y la difusión entendiendo que estas actividades crean una sinergia necesaria para la construcción de una disciplina situada en su tiempo y en su contexto. Sus aportes metodológicos, aún hoy vigentes, han dejado abiertas las puertas para seguir pensando la arquitectura y las ciudades que habitamos.