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Claudio Perna

Claudio Perna: la documentación como enseñanza

10.05.2023

Venezuela

por Rigel García

La praxis perniana es hoy sinónimo de lo multidisciplinario y el desarrollo de su vasta obra fotográfica y conceptualista tuvo lugar entrelazándose con el ejercicio de la docencia [...] así como con sus investigaciones sobre la fotografía y la generación de políticas para la documentación visual del país.

Claudio Perna. Retrato de Margarita D’Amico (Caracas, 1968). Fuente: Toques de Contemporaneidad.

¿Qué papel juega el (re)conocimiento del lugar propio en la construcción de saberes? Registrar el espacio en que se está, tomar nota de los cambios, hacer coincidir los nombres con las caras y los topónimos con los paisajes, traducir la abstracción de los mapas en una imagen reconocible, con vida. Propiciar, finalmente, que la historia pueda ser escrita. Tal es el fundamento de la documentación, una de las prácticas esenciales de cualquier disciplina científica y, paradójicamente, una de las más subestimadas. El acto de registrar la realidad en imágenes y datos hace posible la memoria y contribuye a sostener sistemas de conocimiento, enseñanza y aprendizaje. Partiendo de esta premisa, Claudio Perna (Milán, Italia, 1938 – Holguín, Cuba, 1997)1 tuvo la certeza de que el conglomerado visual y geográfico de Venezuela podría constituir un aula en sí misma, una cátedra del propio país sobre y desde sí. Los modos de llegar no eran otros que los de la experiencia, tramada por la práctica fotográfica y el contacto con el territorio, pues la identidad, en sus palabras, se adquiría en un espacio de conocimiento concreto.

Las preocupaciones de Perna en torno a la documentación articularon su pensamiento y su obra. En uno y otra, las metodologías de archivo sostienen un universo plural e integrador de contextos, poblado de vínculos entre realizaciones y abierto a la reflexión sobre la producción del conocimiento. La praxis perniana es hoy sinónimo de lo multidisciplinario y el desarrollo de su vasta obra fotográfica y conceptualista tuvo lugar entrelazándose con el ejercicio de la docencia —en la Escuela de Geografía de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y en su espacio personal, Radar—, así como con sus investigaciones sobre la fotografía y la generación de políticas para la documentación visual del país.

Puede que los últimos dos aspectos sean los menos conocidos en la trayectoria del artista y precisamente aquellos de los que da cuenta El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo (1979), un documento mecanografiado con notas manuscritas, imágenes y fragmentos de textos en el que Perna recogió sus experiencias en la creación de la Dirección de Servicios Audiovisuales de la Biblioteca Nacional de Venezuela2, emprendida en 1975. Los cinco volúmenes o carpetas en los que se organiza incluyen anotaciones sobre historia de la fotografía nacional e internacional3, la estructura de las colecciones de la naciente unidad, recuentos de actividades, modelos para fichas de identificación y normas internas. De igual modo, incorpora citas de fotógrafos, artistas y teóricos4, fragmentos fotocopiados de publicaciones y extensos pasajes de reflexión propia sobre las relaciones fotografía-comunicación-geografía-historia, la importancia de la documentación y el papel de la foto anónima, entre otros. Desde sus primeras páginas, El ABC… constituye un alegato a favor de la recuperación de la memoria visual de Venezuela, al deplorar la falta de información para identificar las imágenes disponibles (por no haber conciencia sobre dicha práctica) y denunciar la ausencia de voluntad del Estado para la implementación de programas educativos en ese ámbito.

Claudio Perna: "El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo", vol. IV, 1979. Copias off-set y anotaciones en carpeta. 29,5 x 24 cm. Colección Instituto Autónomo Biblioteca Nacional – Archivo Claudio Perna, Caracas.
Claudio Perna: "El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo", vol. IV, 1979. Copias off-set y anotaciones en carpeta. 29,5 x 24 cm. Colección Instituto Autónomo Biblioteca Nacional – Archivo Claudio Perna, Caracas.

El ABC… se anunciaba como una “metodología del hombre para las soluciones concretas y en contra de las divagaciones de la especialidad sin destino colectivamente útil”5, algo que podría entenderse como un sistema organizado de documentación asociado a la tarea de educar al país. Junto a imágenes ilustrativas de los fotógrafos y períodos históricos abordados, el componente visual de El ABC… lo constituyen principalmente lo que Perna dio en llamar “fotografías anónimas”6: imágenes de paisajes, ciudades y personas de distintas regiones de Venezuela, mayormente sin autor ni identificación, sin aspiraciones artísticas pero con gran valor documental. En una página se lee que la fotografía documental constituye la “representación visual de un momento hondamente sentido”7, una cualidad al alcance de todos y susceptible de rastrearse desde el álbum familiar hasta los registros estatales. Procedentes del Instituto Agrario Nacional (IAN), estos registros (hechos por fotógrafos ministeriales desconocidos) sirvieron a Perna para defender el potencial de la documentación como base (educativa) del conocimiento sobre el país y, por ende, de su identidad. ¿Su principal premisa? El vínculo de la imagen con el lugar.

El lugar de la imagen

Para Perna, el país incluía los paisajes tanto como las personas y, más allá, la existencia misma. La foto anónima era importante por estar hecha en la vida y sin las interferencias o limitaciones de una pretendida disciplina estética; aquella que, desde la tradición de la historia del arte, había generado parcelas personalistas entre los creadores y realizaciones dispersas en detrimento de una búsqueda colectiva. Desde aquí, concibió la fotografía en íntima relación con el contexto y la naturaleza, muy en sintonía con su formación como geógrafo.

Interesado en los procesos de comunicación, Perna aseguraba, por ejemplo, que las imágenes de las noticias deberían colocarse sobre “los planos de las ciudades y los mapas del campo”, para entender dónde y cómo habían acontecido8, lo que ofrecería un contexto para la comprensión del proceso en contraposición a la noticia final. Aquí subyace lo que él consideraba el sentido formativo (ya no in-formativo) de la imagen. Esta perspectiva relacional involucraba todos los factores de la ecuación, de allí su clara protesta contra las imágenes sin datos, las fotos mutiladas, la historia fragmentada. Si bien Perna defendía la fotografía anónima —popular, vernácula— como género espontáneo con un valor documental y estético clave en la construcción de la identidad, al mismo tiempo abogaba por la difusión de un método para identificar las imágenes y por la implementación de una infraestructura que permitiera preservar dicho conocimiento9.

Más allá de su clara asociación con las prácticas del conceptualismo, la idea de proceso es uno de los fundamentos de la documentación, en tanto disciplina que permite rememorar diferentes momentos de una situación dada. A lo largo de El ABC... Perna insiste en la necesidad de levantar la información visual del territorio y su gente para dar cuenta de los cambios históricos, geográficos, urbanísticos y culturales. La conciencia procesual se convertirá en base metodológica de sus reflexiones en este documento, apelando a los procedimientos propios de la geografía en su interés por documentar para conocer un determinado territorio o experiencia, tomando como base el dato real, proporcionado aquí por la imagen fotográfica:

“Si educar, más que IN-FORMAR es FORMAR, no es menos cierto que la formación buena viene de la información buena, en este caso real”[10].

Claudio Perna: "Historia de la fotografía de Claudio Perna contada por Claudio Perna", vol. III, agosto 1974. Serie "Block Caribe". Block para dibujo intervenido (manuscrito, fotografías y diapositivas). 32,5 x 24 cm. Colección Fundación Claudio Perna, Caracas.
Claudio Perna: "Historia de la fotografía de Claudio Perna contada por Claudio Perna", vol. III, agosto 1974. Serie "Block Caribe". Block para dibujo intervenido (manuscrito, fotografías y diapositivas). 32,5 x 24 cm. Colección Fundación Claudio Perna, Caracas.

El interés de Perna en la documentación no se limitó a este proyecto institucional, sino que atravesaría todo su ejercicio como geógrafo, docente, artista, persona. Siendo niño, aún en Italia, obtuvo su primera cámara con la que retrató a familiares y amigos. Luego de su llegada a Venezuela y profundamente impactado por el paisaje, continuó registrando diferentes locaciones durante los viajes familiares y, a lo largo del tiempo, profundizó en la práctica hasta alcanzar el estadio más experimental de su fotografía intervenida. El artista ofrece este relato, con su característico binomio imagen-palabra, en Historia de la fotografía de Claudio Perna narrada por Claudio Perna (1974), tres cuadernos autobiográficos tipo block de dibujo pertenecientes a la serie Block Caribe. Ya desde el primer volumen, asegura: “me gusta todo de Venezuela. Su gente y sus cosas, sus objetos, sus hábitos, sus iglesias, sus paisajes, etc. Todo lo he retratado —lo he documentado”11. Reseña asimismo sus viajes desde los años sesenta a Tucacas, en el estado Falcón, donde asegura haber estudiado geografía y tomado “miles de fotos”, además de hacerse acompañar por sus estudiantes y amigos. Precisamente a este paraje corresponde la imagen de un muelle bajo la cual se lee: “Esto ya no existe” —un llamado contundente a la necesidad del registro ante una realidad cambiante, una apuesta por la imagen como fuente de conocimiento y base para la escritura de la historia.

Claudio Perna: "El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo", vol. IV, 1979. Copias off-set y anotaciones en carpeta. 29,5 x 24 cm. Colección Instituto Autónomo Biblioteca Nacional – Archivo Claudio Perna, Caracas.
Claudio Perna: "El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo", vol. IV, 1979. Copias off-set y anotaciones en carpeta. 29,5 x 24 cm. Colección Instituto Autónomo Biblioteca Nacional – Archivo Claudio Perna, Caracas.

Como geógrafo y docente, como artista o investigador, es un hecho que Perna no dejó nunca de documentar. Fruto de esa naturaleza conectiva, tampoco dejó nunca de enseñar, desplegando esta vocación en sus diferentes áreas de actividad. El constante ejercicio de escritura de Perna —esa discursividad sin fin que trama obras, diarios y proyectos— constituye en sí mismo un acto pedagógico, (in)formativo y abierto a la mirada de cualquier lector. El que Perna titulara “ABC” a este manuscrito revela su postura sobre la capacidad alfabetizadora (“a favor del esclarecimiento colectivo”) del propio proyecto así como de la disciplina fotográfica en su vertiente documental. Que podamos hoy considerar sus escritos como un aula (de país), proviene también de su convicción acerca del rol de las políticas públicas en el proceso formativo de la sociedad. Queda claro que la actividad docente de Perna no se limitó a la UCV o a Radar, sino que permeó sus viajes por Venezuela y continuó desbordándose en una escritura reflexiva tanto como en un insistente registro de imágenes: metáfora y concreción de una idea de totalidad.

Una perspectiva geográfica

Entre las cosas que Perna propone en El ABC… se encuentra el estudio de las relaciones entre ser humano y territorio, con el fin de establecer un corpus de imágenes para una “Geografía de Venezuela”. Perna reconoce que “la ciencia geográfica (…) al nivel docente me permitió muchos privilegios: un método ordenado, sistemático, aplicado a los hechos de la vida, su naturaleza y sus grupos humanos y sus hechos culturales más sobresalientes: la vivienda, los caminos, etc.”12. Su objetivo habrá sido, entonces, “trabajar geográficamente en la vida” y retomar el vínculo con “los paisajes en que vivimos”, los cuales consideraba “tesoros permanentes”13. No es casual que apelara al método del geógrafo, que consistía en “dar lugar a las cosas con respecto a la totalidad del planeta. Observar, describir y finalmente interrelacionar elementos componentes de orden natural y cultural”14. Desde esta premisa, su consideración es simultánea y abarcante con respecto a los puentes entre imagen y lugar, escala humana y geográfica, realidad local y global. Aun en su defensa de la identidad venezolana y del arraigo con el territorio (“la escala humana solo se logra andando a pie”), Perna entiende éstas como parte de la “tierra planetaria” y considera lo nacional y lo internacional como realidades indisolubles. Desde aquí, el trabajar geográficamente en la vida no excluiría en el ser humano una conciencia sobre su propia condición de geonauta.

Claudio Perna: "El ABC de la fotografía venezolana a favor del esclarecimiento colectivo", vol. IV, 1979. Copias off-set y anotaciones en carpeta. 29,5 x 24 cm. Colección Instituto Autónomo Biblioteca Nacional – Archivo Claudio Perna, Caracas.

Para ilustrar este enfoque de conexiones, Perna esbozará el perfil del que considera un nuevo tipo de profesional, el fotogeógrafo: “un geógrafo que además de localizar, observar, describir e interrelacionar analíticamente, registra también las evidencias de sus reflexiones con fotografía”15. La acción de ‘interrelacionar’ deviene base de este sistema de producción de conocimiento, en la medida en que puede ofrecer no solo datos e imágenes de realidades específicas, sino establecer vínculos entre ellas que complejicen y detonen la comprensión de diferentes dimensiones de la existencia. Desde aquí, el utópico atlas propuesto en El ABC… ya no acontecería únicamente sobre una colección de mapas, ni sobre el compendio de retratos de la actividad humana, sino sobre un modelo a todas luces constelar e hiperconectado. El fotogeógrafo, en palabras de Perna, era el “último reportero: el reportero de la Naturaleza”, alguien trabajando con la vida y con la capacidad de infiltrar un campo en otro, a fin de descubrir. La infiltración perniana supondrá un gesto a favor de la combinación de realidades, de imágenes; una celebración de las posibilidades de convergencia.

El hecho de que la foto anónima haya sido uno de los detonantes de este proyecto responde, en parte, a que Perna lo consideraba un género democrático per se, al alcance de todos gracias a la popularización de los recursos fotográficos. En ese sentido, el compendio visual de Venezuela sería alimentado por la misma gente, y el país podría enseñarse (educarse) a sí mismo a través de su propia práctica de autorregistro. Desde la mirada dirigida al otro hasta la mirada puesta en el sí mismo, el componente geográfico de El ABC… respalda la importancia de asumir(se) en y como contexto; y ratifica, de algún modo, la inquietud de Perna sobre la ecuación Arte = Vida = Ciencia16.

Si el conocimiento proviene de la relación entre datos y niveles de experiencia, el protagonismo del contexto aflora como algo capital en todo proceso de formación: ese alrededor en el que las personas y lugares son, contienen y son contenidos. Perna hace un último llamado a esta voluntad unificadora citando a László Moholy-Nagy, quien señalaba que una educación especializada solo tenía sentido si desarrollaba un ser humano de integración, con equilibrio entre sus funciones biológicas, intelectuales y emocionales. Añadía, refiriendo al autor, que las “adquisiciones meramente cuantitativas no aportan intensificación alguna de la vida ni ampliación de sus propósitos”, que no serían otros que “manejar la vida entera” y “situarse correctamente en el contexto de su comunidad”17. Perna se inserta, así, en la tradición de las reformas pedagógicas planteadas por las utopías sociales y las vanguardias de principios del siglo XX, en su intento por reconfigurar los conceptos de ‘práctica artística’ y ‘colectivo’.

La voluntad de reconocer el lugar de las cosas con respecto al conjunto convierte a El ABC… de Claudio Perna en un manifiesto totalizador a favor de la construcción de saberes en relación con el entorno. Su estructura de imagen-palabra refleja los procesos de pensamiento, al tiempo que promueve las posibilidades formativas del medio fotográfico con arraigo en una realidad específica. Este gesto cobra mayor sentido al haber sido enunciado desde la creación del mayor archivo fotográfico del país, adscrito a la institución compiladora de saberes por excelencia: la Biblioteca Nacional.

Si Perna configuró su multidisciplinaria producción como un vasto archivo, será lógico pensar —y así lo evidencia El ABC…— que también haya concebido la posibilidad de desarrollar el conocimiento y la educación del país a partir de una práctica archivística: numerosa, diversa y específica, consciente de lo pasajero, tan visible como latente; allí donde cada imagen es un nuevo archivo, despliegue en potencia de rostros, lugares, historia.