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Investigación de campo: #EducaciónArte

20.07.2022

por Rodolfo Andaur

La mayoría de estos núcleos colectivos y colaborativos de investigación han surgido, principalmente, a raíz de la precariedad de los recursos para la gestión de nuevos emprendimientos y también por las carencias en formación específica de estudios críticos en materia de artes visuales. Es en este sentido que la perspectiva de la educación y arte ha permitido reexplorar en profundidad los criterios de realidad y las ficciones que nos permiten comprender la propia disparidad de las territorialidades (...)

"… si apelamos al término ‘educación’ es importante pensar qué ocurre cuando lo asumimos no como sustantivo sino como verbo".

Renata Cervetto y Miguel A. López.
Agítese antes de usar. Desplazamientos educativos, sociales y artísticos en América Latina. Impreso en Masterlitho, San José, Costa Rica (2016). Pág. 13.

El argumento principal que propone este texto es incorporar un debate entre lo que he definido como ‘educación y arte’, en contraposición al relamido ‘arte y educación’. He pretendido escribir y reescribir, desde la vereda dialéctica, el concepto de educación y arte. Utilizo esta locución para retratar lo que la educación, como forma de conocimiento, sentencia y, en este contexto, abre innumerables diálogos con las interrogantes que nos dejan los artífices involucrados en las prácticas actuales del arte. También utilizo educación y arte porque ha sido la práctica del arte la que ha cuestionado los modelos de interpretación de la misma y en donde, muchas veces, las instituciones han utilizado las herramientas de la educación para construir puentes de comunicación e interacción social con las obras y actos artístiscos que, en la mayoría de los casos no han sido, de ninguna manera, pensados para comunicar, sino más bien para conmocionar y alterar el ambiente donde son expuestos. Es en este sentido que educación y arte cobra un discernimiento meritorio ante la vorágine de ineptitudes que ha creado la institucionalidad en casi toda América Latina para delinear formatos educativos de cara a promocionar la creación de los artistas visuales contemporáneos.

Si bien la educación es un proceso de formación de saberes que, en la mayoría de nuestros entornos, es rígida, también es cierto que va sustantivamente perdiendo inflexibilidad cuando está acoplada a procesos que están envueltos en acciones que producen lo artistas. Además, en esta época cada vez más convulsionada, tenemos claro que el arte pasa a ser una actividad necesaria en la existencia de esos conocimientos y sus entornos.

Entonces, hablar en la actualidad de educación y arte refiere a un análisis multilateral de las acciones que han llevado a cabo innumerables investigadores, curadores y artistas visuales sobre el rol de las pedagogías y cómo son difundidas, dialogadas y recibidas por un grupo social amplio.

Para analizar diversos proyectos de artes visuales en cuanto a la estricta relación que promueven entre educación y arte, debo instalar críticamente las interacciones que aparecen dentro del diagrama de algunos proyectos en Chile y Bolivia que han estado difundiendo acciones de educación y arte, además de articular diversas epistemes contemporáneas que aparecen en sus territorios.

La mayoría de estos núcleos colectivos y colaborativos de investigación han surgido, principalmente, a raíz de la precariedad de los recursos para la gestión de nuevos emprendimientos y también por las carencias en formación específica de estudios críticos en materia de artes visuales. Es en este sentido que la perspectiva de la educación y arte ha permitido reexplorar en profundidad los criterios de realidad y las ficciones que nos permiten comprender la propia disparidad de las territorialidades.

En el caso de Chile, ha resultado imposible seguir sosteniendo una serie de modelos de promoción, producción, circulación e investigación del arte solo desde el ideario del arte contemporáneo. Por lo tanto, al analizar el binomio en cuestión, nos imbuimos en singulares contextos donde se han establecido plataformas, tanto para las prácticas pedagógicas como teóricas. Y al mismo tiempo, en donde artistas, gestores y curadores dialogan sobre las formas en las cuales circulan sus procesos, más que sus propuestas. Todo esto con la finalidad de apropiar, interpretar, problematizar y construir un espacio que resuelva las expectativas que se desprenden de la educación y el arte.

Es importante diseñar unos cuantos puentes poéticos que habiliten ponderaciones especializadas y la búsqueda de renovados antecedentes educativos y de formación en arte que poco a poco han sido promovidos en los últimos años.

Relaciones pedagógicas con el territorio

Sabemos que muchos de estos grupos sociales actúan en museos, centros culturales y galerías de arte, sin embargo, en varias latitudes han aparecido proyectos alternativos, como por ejemplo el proyecto de residencias de arte colaborativo financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile1. Este tipo de formatos compromete la multilateralidad de las prácticas artísticas que constantemente enfrentan el rol de la educación bajo la sombra del arte actual.

La habilitación de varios proyectos que actualmente están surcando la sindemia, desde un carácter territorial y contextual, mantienen su pulsión en algunos rincones de Suramérica, como es el caso de Km 0 en Bolivia, o Fragua, CAPUT y Aula Liquen en Chile.

Cuando en el taller internacional de artistas Abubuya Km 0 decidimos, junto a Kiosko2, adentrarnos en los paisajes amazónicos bolivianos, no dudamos en incorporar el estudio de la educación y arte bajo la mirada de un proyecto de residencia artística, a través de un espacio geográfico organizado y mutable, como lo son las localidades que rodean la selva. Estos factores, propios del análisis territorial, son interrumpidos por la influencia que ejercen los fenómenos naturales, las actividades humanas y culturales que ocurren y contienen propiedades, situaciones, formas y orientaciones. Las mismas que fueron necesarias para producir pedagogías o antipedagogías. En este sentido, construir un análisis espacial a partir de un proyecto como Abubuya, anudó varias relaciones con el paisaje y los sitios que recogían los refugios vitales, que en ese entonces eran parte de la comunicación e innovación, para entender lo territorial desde los conjuros del agua y cómo este elemento designa y marca las enseñanzas y los saberes en ese entorno.

Para esta experiencia irrepetible fue fundamental reescribir desde dónde hemos estado observando nuestra relación con las pedagogías. Por ejemplo: ¿qué pasa con el territorio y las formas de estudiarlo hoy en día? Por esto y otros cuestionamientos, al recorrer y habitar los espacios que nos presentó el río Mamoré bajo el contexto de Abubuya, recopilamos distintas interpretaciones tanto del espacio subjetivo, como también de un espacio objetivado. Para este caso, dentro del marco hidrográfico de un río –que ha enfrentado al talante de su geografía–, especulamos sobre cuál era el sentido de paisaje. La sinergia entre los artistas produjo que este espacio, casi inexplorado para la educación y el arte, acercara las incontables realidades sociales que fueron el cimiento para pensar en acciones que se podrían llevar a cabo en el futuro cercano.

Ese viaje por el río Mamoré posee una conexión muy particular con el extremo sur de Chile, específicamente con los humedales y las selvas que rodean a la ciudad de Valdivia. En este lugar aparece la Galería Barrios Bajos4, que arduamente ha estado produciendo una serie de actividades, siendo una de las más destacadas en el último tiempo, Fragua.

Tuve la oportunidad de participar en la segunda edición5 de Fragua, que incorporó la transdisciplinariedad como una forma de envolver procesos alternativos en el campo de la pedagogía para artistas, científicos e investigadores. Ante estas características, el lema que he levantado sobre ‘los desplazamientos’ me llevó a tomar la decisión de recorrer la interminable ruta costera de alerces contigua al pueblo de Corral, con destino final a la localidad de Chaihuín.

Chaihuín posee, desde este ámbito exploratorio, una extensa zona de dunas que actúan como apacibles graderías que nos permiten observar desde los faldeos de las montañas costeras, hasta su verde espesura que ha sucumbido a la irremediable industria forestal. Estas marcas alteran, en primera instancia, la generación de saberes para la propia exploración, como un sino que pone en vilo nuestros pensamientos acerca de la sustentabilidad medioambiental. La elección de estos escenarios los ratificó como espacios que nos permiten ampliar el trabajo pedagógico y colaborativo, y que efectivamente construyen interpelaciones alternativas que entrecruzan las investigaciones de los artífices, de los pensadores locales y de los extranjeros. Por ende, debemos pensar en Chaihuín como un laboratorio al aire libre y un prefacio ineludible para comenzar este tipo de experiencias.

Caminar es una práctica que puede ser transformada en una herramienta pedagógica, esto es algo bastante conocido en el contexto del arte contemporáneo. Pero ciertamente en Fragua cobró un valor crucial para atender nuestros sentidos con el objetivo de dinamizar el pensamiento a través de los cuerpos y las voces. Por ello, todo se transformó en una noción integral del recitar y habitar un territorio para fusionar los dilemas que aparecen en geografías que exhiben las cicatrices de los grandes movimientos telúricos y los surcos que han cimentado las crisis ambientales provocadas por factores antropogénicos.
En resumen, en Fragua meneamos las extremidades para componer una trova que reflejó la vinculación entre educación y arte para atender nuestros recursos naturales, la vida cotidiana, el trabajo con los paisajes y nuestras pertenencias. A eso fue a lo que realmente aspiramos y tengo certezas de que ocurrió de esa forma.

CAPUT6 es un proyecto que nació en La Plata (Argentina), pero la mayoría de sus engranajes están ligados al borde costero del desierto de Atacama (Chile). Esta interesante experiencia ha incorporado lo cotidiano para crear intercambios, juegos y rituales a través de territorios rurales costeros, específicamente, de la región de Tarapacá. Estas experiencias al no estar valoradas o validadas por la hegemonía del saber y la institucionalidad del arte contemporáneo, pasan a ser precarizadas por el mismo sistema que promueve la educación y el arte.

Bajo esta lógica, a CAPUT le interesa –como ellos argumentan–, hacer arte con todo y sin nada7. Han desbordado los espacios al aire libre para proyectar un renovado taller que exige la experimentación como método, y tanto los signos y los relatos objetuales como fuentes de conocimiento(s). En otra esfera, las prácticas de este dúo pretenden abrir una discusión u otras interrogantes que han canalizado la multilateralidad de la educación y el arte con la finalidad de fecundar alegorías en materia de aquel vínculo que en sí mismo es indisoluble.

Finalmente, menciono a Aula Liquen, una escuela fuera del foco tradicional de la pedagogía que fue fundada en el año 2020 en la ciudad de Punta Arenas (Chile), en el confín meridional de América.

Aula Liquen es dirigida por Liquenlab8, una plataforma que surgió en uno de los períodos más críticos de la contingencia política y social de Chile. Este país, en las últimas décadas, ha sido testigo de la aparición de un sinnúmero de movimientos estudiantiles que han puesto en jaque la estructura educacional que fomenta el Estado. A partir de estos movimientos, diversas familias han decido buscar no una antipedagogía sino más bien una contrapedagogía, para revertir el daño cognitivo y sistemático que ha provocado la rígida educación formal que aún impera en este país.Aula Liquen es un proyecto cuyo motor es el afecto por la enseñanza pero también por cultivarse de otros de forma colaborativa, sin distinción de género y de manera inclusiva. Un modelo que puede llevarnos a repensar lo comunitario y la solidaridad de las ciencias de la sabiduría en estas épocas plagadas de egoísmos y violencia estructural.

En síntesis, la base que inscribe la relación entre la educación y el arte como complementos pero, al mismo tiempo, como conceptos polisémicos posee una ecuación racional con los territorios y las territorialidades. Estos dispares sitios componen los paralelos y meridianos de este mundo que, por un lado, fecunda creatividad pero que por otro, de ninguna manera promueve epistemes y cosmovisiones críticas de los saberes ancestrales, humanos y, por supuesto, los no-humanos.