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ruta 4 taller

Una arquitectura desbordada a la geografía expandida

Ruta 4 taller es una plataforma académica y escenario de investigación en movimiento con base en la ciudad de Pereira, Colombia. A partir de la experimentación con la materia, la exploración sobre el proceso, la provocación colectiva y el vínculo afectivo con el paisaje, desarrollan estrategias para hacer del espacio a construir la representación simbólica de un territorio, arraigando las decisiones en una correspondencia cultural, geográfica, histórica y política.

Educación

Formación

La suma de preguntas no resueltas en nuestra formación académica, las inquietudes que emergen desde el conocimiento de otros saberes, y la incomodidad con las formas del quehacer arquitectónico en nuestra región, nos movió en el 2014 a crear un escenario que ha propiciado la participación para relatar historias, en donde la arquitectura pueda dar evidencia de un paisaje que expresa el saber popular de las comunidades desde la técnica; donde los materiales son prueba de un entendimiento geográfico y, en el acto de construir, aparecen manifestaciones culturales que circundan estos saberes.

Hace nueve años nos juntamos a entender nuestro hacer como parte de una geografía expandida en un sentido cultural y político.

En esta ruta nos sumamos a un equipo con inquietudes heterogéneas y logramos emprender diversas líneas de investigación que han permitido avivar transversalmente el pensamiento crítico en el diseño de las ciudades y la arquitectura en un territorio latinoamericano.

Enseñanza

Nos interesa entender nuestro trabajo y las reflexiones que lo acompañan como parte de una escuela que se ha ido creando y moldeando. Ruta 4 taller lo hemos entendido como plataforma académica con base en la ciudad de Pereira, Colombia, desde donde se produce un escenario de participación y experimentación que ha permitido reflexionar colectivamente sobre las infinitas variables del método de aprendizaje y sus aplicaciones en los territorios.

En este sentido, entendemos los escenarios académicos como talleres de experimentación y exploración, y los procesos de investigación como un camino variable que se encauza en intenciones proyectuales. De esta manera, es posible crear objetivos comunes en donde la práctica educativa reconoce la diversidad y los intereses del equipo. Desde allí se crean ideas concretas que se aplican en el territorio.

En otro sentido, nos interesa reconocer la necesidad de diluir la idea estricta de los planes y programas en las facultades de arquitectura, para posibilitar expandir nuevas rutas de investigación que se acerquen a los contextos y provoquen la discusión del rol de la arquitectura frente a los fenómenos urbanos y rurales del presente.

Entendemos nuestra práctica profesional como parte de una práctica artística y de aprendizaje moldeable, que surge ante la necesidad de explorar diversas formas de abordar una idea inicial.

Celebración de inauguración y entrega del espacio a la comunidad. Bailes típicos de la cultura del Pacífico colombiano y desfile de modas por parte de los jóvenes de la comunidad del Plumón Alto.

Cortesía: Ruta 4.

Aprendizaje

Como taller nos ha interesado recorrer distintos territorios latinoamericanos que cuentan con diversas formas de organización política y cultural. Desde allí ampliamos nuestro archivo de imágenes y sucesos, lo cual nos permite tomar de estas geografías algunas de las referencias que implementamos al momento de gestar o diseñar un proyecto.

Nos fijamos en los sistemas de autoorganización y en los saberes artesanales que se dan en los barrios. Alrededor de estos tópicos emergen acciones culturales que acompañan los actos de autoconstrucción que se dan en los territorios latinoamericanos, y es por esto que nos interesa reconocer en estos fenómenos un acto de transmisión cultural entre las comunidades. Esto nos permite afianzar los vínculos afectivos entre las personas que hacen parte de la idea colectiva, para entrar en diálogo con los paisajes y los espacios.

Artefacto efímero de estancia realizado en el taller Urbanautas. El espacio en uso por los niños de la fundación El Comienzo del Arcoíris el día de la inauguración.

Fotografía: MediaCorv. Cortesía: Ruta 4.

Adicional a este sistema de acercamiento a los territorios, nos interesa propiciar el llamado colectivo alrededor de ideas comunes que puedan nutrirse de otros relatos que no provengan desde la arquitectura. Se trata de entender el hacer como parte de un entramado social que no debe desconocer las incidencias de las edificaciones en los contextos y, a raíz de esto, crear diálogos sensibles con los lugares.

Como equipo, nos hemos entendido en un estado de aprendizaje constante en donde ha sido fundamental crear alianzas con otros individuos y/o colectivos que reflexionan sobre el hábitat y el hacer arquitectónico como parte de un entramado social y político.

Procesos

Inicios

Nos interesa movilizarnos, en primera instancia, desde inquietudes que surgen colectivamente en nuestro taller a raíz de reflexiones derivadas de proyectos y viajes. Iniciando con estas premisas, nos acercamos de manera sensible a los sitios para proponer ideas que aborden la cotidianidad como parte de un entramado cultural, en donde la arquitectura complementa las acciones dadas en el paisaje y los lugares. 

Si bien cada proceder es variable, en nuestros ejercicios aparecen los dibujos, los mapas, las maquetas, los relatos y las fotografías como estrategias que permiten un reconocimiento de los lugares en diversas escalas de aproximación. Estas exploraciones se derivan en intenciones que son alimentadas por la comunidad y otros agentes, en escenarios de participación que se provocan para nutrir cada iniciativa de nuevas perspectivas dadas por los diversos roles que hacen parte de los colectivos.

Buscamos moldear estas variables en una arquitectura que recoja los saberes populares de los sitios y desde nuestra intuición, provocando espacios públicos y privados que hagan un llamado a la colectividad.

Allí hacemos parte de esta colectividad para crear estrategias de autogestión, diseño participativo y construcción o autoconstrucción de los proyectos. Nos interesa principalmente colaborar en proyectos que se plantean objetivos hacia el mejoramiento del hábitat, en donde la arquitectura se entienda como parte de un sistema que desborda lo físico - espacial.

Artefacto efímero realizado en el taller Urbanautas: espacio para la espera del bus al inicio del corregimiento de Puerto Caldas.

Cortesía: Ruta 4.

Cuestionamientos

Con el paso del tiempo hemos dado mayor cabida a la intuición en los ejercicios de pensamiento y creación que abordamos. Nos interesa establecer un encuentro sensible con las ideas que nos permean: relatar los sitios de intervención desde el dibujo, los textos y las fotografías, para dejar plasmado nuestro encuentro al entrar en diálogo con los paisajes. Este primer acercamiento tiene gran valor, ya que nos permite hablar de un lugar sentido y experimentado, que a través del tiempo se va alimentando de narraciones colectivas e imaginarios urbanos comunes. 

Hemos ido consolidando nuestro hacer como un ejercicio moldeable que entiende el contexto como un campo de operación variable, debido a la contingencia social y política de los lugares. En estas infinitas variables de los sitios, el error aparece constantemente; esta circunstancia nos ha llevado a resignificar la idea de obra finalizada y concebida, para adentrarnos en un proceso que hace parte de una idea moldeable. Para articular el trabajo y a su vez permitir el cambio, nos interesa identificar anclajes desde nodos conceptuales y proyectuales que permitan engranar las ideas cambiantes y provocar nuevas espacialidades resilientes, en donde lo simbólico prevalece como parte de una arquitectura colectiva.

Estrategias

Iniciamos desde la común-unidad como concepto de trabajo, para proponer una colectividad que tiene más carácter cuando los individuos se empoderan de sus saberes. Esto nos permite reconocer las habilidades de cada ser participante de una idea común y potenciar el trabajo colectivo.

La forma de aproximarnos al trabajo colectivo varía según el contexto del proyecto y los intereses de la comunidad que lo cobija. En ese sentido, entendemos por comunidad a un grupo de personas que se juntan en función de una acción específica, en donde predominan los acuerdos comunes.

Es fundamental el reconocimiento de las partes y los roles para visibilizar las habilidades diversas que contiene el colectivo; a partir de allí se trazan metodologías de trabajo que nos agrupan en equipos según nuestras afinidades, para encaminar las acciones hacia el objetivo común. Estas decisiones se toman en asambleas convocadas para socializar las ideas propuestas por los subequipos y desde allí abrir la oportunidad de participación y negociación de las ideas con toda la comunidad que se implica en el proyecto pero no hace parte de los procesos de liderazgo. 

Si bien no hay una metodología arraigada, sí nos interesa entender el proceso de participación como una caja de estrategias y herramientas en donde hemos ido recopilando acciones, actividades y posibles materiales que nos permiten interactuar de manera lúdica y cotidiana con las personas para redescubrir los lugares y avivar la participación, sin una delimitación política, etaria o racial. Esto nos permite establecer una metodología variable que desdibuja los pasos a seguir y, por el contrario, permite tener distintas rutas de trabajo y modos de organización.

Procedimientos

Los proyectos arquitectónicos que realizamos intentan desbordar el hecho físico y reconocer las manifestaciones culturales, la articulación de procesos de organización y el acompañamiento en los procesos de gestión, ideación, ejecución y activación de los espacios.

Nos interesa provocar escenarios festivos que aviven las actividades barriales y nos permitan entrar en espacios cotidianos, en donde podamos entablar conversaciones con mayor confianza para iniciar una aproximación con el lugar y su comunidad. Nos interesa reconocer la organización política de los lugares, los poderes y contrapoderes que habitan allí, para provocar —desde la arquitectura— nuevas organizaciones y liderazgos que impulsen ideas e impactos positivos en los territorios.

Diálogos

Nuestra forma de trabajo se construye por relaciones múltiples que nos permiten tener otras miradas y ampliar la perspectiva sobre la labor profesional de la arquitectura. En los saberes populares hemos encontrado exploraciones y posibles respuestas a cuestionamientos sobre los procesos técnicos, por esto nos interesa entablar relaciones cercanas con autoconstructores y artesanos de las zonas que visitamos e intervenimos. Asimismo, sumar durante el proceso distintas disciplinas para comprobar que el hacer físico se articule con las manifestaciones culturales y políticas del lugar. Hemos aprendido a no andar solos y en cada proceso nos acompañan personas con intereses y motivaciones diversas.

A nuestro equipo se han sumado personas desde el voluntariado, la práctica profesional, la colaboración y la cocreación; cada vinculación implica un grado de compromiso temporal distinto en los procesos que desarrollamos. En estos equipos, cada persona hace lo que mejor sabe hacer, donde sus conocimientos y experiencias académicas, profesionales y prácticas les permiten aportar de forma pertinente al proceso de creación.

Interior del proyecto Amairis, donde se ven los espacios de almacenamiento y la relación del interior con el exterior del lago desde la fachada principal. Materiales del proyecto: guadua, ladrillo y metal.

Fotografía: Federico Cairoli. Cortesía: Ruta 4.

Obras y proyectos

En proceso

Actualmente hemos iniciado un proceso de reflexión y análisis sobre las formas que hemos abordado en el proceder arquitectónico y las apuestas urbanas que hemos adelantado durante estos años. Estas iniciativas se han localizado con mayor pulsión en territorios rurales y barrios periféricos, por lo cual nos hemos enfrentado a territorios con complejidades sociales y políticas, que cada vez se reflejan con mayor tensión en sus procesos de autoorganización. Nuestro rol como arquitectos aborda reflexiones territoriales del espacio donde nos implicamos y nuestro hacer se entiende como un accionar político en donde prioricemos el bien común, y la cotidianidad y la diversidad tomen mayor relevancia en los lugares a construirse.

En este momento nos encontramos vinculados con mayor intensidad en procesos académicos, entendiendo este escenario como un campo posible para reflexionar sobre el hacer contemporáneo y proponer acciones encaminadas a preservar las tradiciones, avivar sistemas que nazcan desde lo popular y configurar comunidades que vean en el hacer colectivo la posibilidad de configurar arquitectura que se articule a las geografías.

Sentimos que es un tiempo de inflexión para nuestra práctica, por ello queremos revisar con agudeza los procesos que hemos propuesto, para resignificar las nuevas apuestas que se decidan abordar desde el equipo.

En perspectiva

Algunos ejercicios y experiencias relevantes que han forjado nuestro cuerpo de trabajo han sido, por ejemplo, Espacios de Paz en la ciudad de Punta Arenas, Venezuela, como un primer acercamiento a procesos de interés participativo, poniendo a prueba metodologías de trabajo colectivo en donde se logró ensamblar un equipo interdisciplinar para construir un espacio arquitectónico comunitario. Años más tarde, nos involucramos en el proyecto Casa Ensamble Chacarrá como una apuesta colectiva en la ciudad de Pereira, en donde exploramos sistemas de autoorganización comunitaria que permitieron entender la arquitectura como parte de un entramado político; allí creamos una plataforma digital de agentes culturales y sociales de la ciudad. Este proceso se vio interrumpido debido a conflictos internos por las tensiones políticas sobre la tierra en nuestro país, lo cual nos reafirmó la importancia del hacer comunitario como parte de un accionar político, en donde los espacios catapultan procesos que ven en la educación popular el camino para abrir nuevas brechas en la niñez y la juventud en un contexto indómito.

Años más tarde, desde estos aprendizajes, emprendimos el proyecto del taller de corte y confección Amairis en una comunidad periférica, una iniciativa de un grupo de mujeres para catapultar su propia empresa desde acciones productivas. Desde la autogestión, buscaban crear un espacio autónomo que permitiera sumar a las actividades culturales del centro comunitario del cual hacen parte. Nuestro rol estuvo direccionado a provocar sistemas de organización social y la recuperación de sistemas constructivos locales que provocaran la participación de artesanos de la zona y permitiera crear una experiencia espacial que prioriza el paisaje.

En otra línea de pensamiento, durante estos años hemos ido consolidando procesos académicos de experimentación metodológica, intentando situarnos en territorios de cercanía a las problemáticas sociales. Vemos en la práctica académica una gran responsabilidad para proponer a las nuevas generaciones una resignificación del espacio y la importancia de este dispositivo como parte de un entramado cultural.

Vista cenital del proyecto Arboiris, instalación efímera elaborada en el taller Urbanautas 2019 con la coordinación de Aqua Alta y Oficina Suramericana de Arquitectura.

Fotografía: MediaCorv. Cortesía: Ruta 4.

Contextos

Nos identificamos como seres viajeros, dispuestos a reconocer diversas culturas y sus complejidades, para proponer ejercicios que provoquen y catapulten procesos sociales. Por otro lado, buscamos diluir el límite entre lo público y lo privado en los proyectos, intentando pensar en espacios abiertos que hagan un llamado a la asociatividad en diversas escalas de aproximación con el contexto. Es por esto que nos interesa, cada vez más, pensar nuestra arquitectura como parte del paisaje.