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Guilherme Wisnik

Enseñar arquitectura hoy requiere una idea más integrada de la arquitectura y las acciones en la ciudad

16.11.2023

Guilherme Wisnik

con Ariadna Cantis

Guilherme Wisnik es un reconocido arquitecto, crítico de arquitectura, escritor y profesor brasileño. Es conocido por su trabajo en la intersección entre la arquitectura, el urbanismo y la cultura, así como por su labor académica, escritos críticos y contribuciones al debate cultural y artístico. Wisnik ha sido profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo (FAUUSP) y ha publicado numerosos libros y artículos sobre arquitectura y urbanismo en Brasil. Además de su labor académica y profesional, Wisnik es reconocido por su activismo cultural y su participación en la escena artística brasileña. Ha sido curador de exposiciones y ha colaborado con artistas y músicos en proyectos interdisciplinarios.

Ariadna Cantis: ¿Cómo se organiza la carrera de Arquitectura en la FAUUSP?

Guilherme Wisnik: La Facultad de Arquitectura y Urbanismo dentro de la USP, la universidad pública de São Paulo, es la más grande y más importante de Brasil, quizás de América del Sur o Latina. En nuestra facultad, arquitectura y urbanismo son disciplinas que van juntas; para nosotros es muy importante que la arquitectura tenga un rol urbano.

Tenemos un edificio que es patrimonio, proyecto de Vilanova Artigas, de los años 60, es el símbolo del brutalismo arquitectónico de la Escuela Paulista. Hace algún tiempo, el edificio se encontraba en muy mal estado de mantenimiento, con problemas económicos y necesidades de equipos informáticos para los alumnos, y especialmente la urgencia de crear buenas instalaciones para el archivo de proyectos. Las familias de los arquitectos donan sus archivos a la FAUUSP, que es la institución que guarda el material. Y por cierto es uno de los conjuntos de proyectos más importantes de arquitectura que hay en Brasil, lo que quiere decir que los archivos están en las manos de la universidad. Muchas investigaciones de posgrado se desarrollan junto a los archivos, pero hay poco espacio para guardarlos, y los diseños todavía casi no están digitalizados.

Proyecto Margen Errante. Fotografía: Guilherme Wisnik.

¿Cuál es tu trayectoria en el campo de la curaduría y la crítica de arquitectura?

Yo estudié en la FAUUSP en los años 90 y fui alumno de Paulo Mendes da Rocha. Me involucré en investigaciones de iniciación científica a nivel de grado. Era una investigación sociológica sobre la profesión de arquitecto y su representación social. Trabajé con Mendes da Rocha en su oficina y en especial en el proyecto expográfico para la 23 edición de la Bienal de São Paulo en 1996. En aquel entonces participé en el proyecto arquitectónico de la exposición, pero conocí a los curadores, a los artistas, y empecé a relacionarme con ese mundo. Unos pocos años después, el curador de la Bienal, Nelson Aguilar, me invitó a trabajar con él en la preparación de la exposición Brasil 500 años, del año 2000.

En el año 2001, empecé a escribir artículos para el periódico Folha de São Paulo, publiqué un libro sobre el arquitecto Lucio Costa y ahí fue cuando inicié mi formación como crítico e investigador de teoría arquitectónica. Poco a poco fui abandonando la práctica de diseño y de proyecto. Por esta razón mantengo una visión de la historia y teoría de arquitectura que está muy basada en la idea que escribió la teórica Rosalind Krauss sobre el campo expandido o campo ampliado de la escultura (y de las artes).

Yo pienso en el campo ampliado de la arquitectura y de las artes en general, me interesa pensar la arquitectura en relación directa con las artes visuales y como fenómeno cultural que tiene cuestiones en común con la música, con el teatro… Y eso se transfiere para mi papel como educador porque lo que traigo a mis clases; son miradas sobre la producción moderna o contemporánea, siempre cruzando los campos disciplinarios y construyendo puentes.

Piscina en Minhocao. Fotografía: Guilherme Wisnik.

Desde mi participación como crítico del periódico, empecé a definirme como un crítico de arquitectura, pero siempre pensando la arquitectura en su papel en la cultura brasileña. Entonces, de Lucio Costa a Lina Bo Bardi, al propio Paulo Mendes da Rocha, con quien trabajaba, y sus relaciones con los artistas visuales, como Hélio Oiticica, con la bossa nova en la música, hasta llegar a mi tesis de libre docencia que se titula “El Brasil condenado al moderno: del desarrollismo de Estado a las vanguardias contraculturales”, que es un intento de pensar el modernismo y el contemporáneo en Brasil en sus diversas áreas culturales, todas interconectadas.

Mis cursos en la facultad son siempre así, tienen que ver con cultural studies, con historias culturales, contando con la influencia francesa en Brasil, que piensa los fundamentos de nuestra sociedad, los impactos de la colonización, y las paradojas del modernismo.

¿Qué aportará el nuevo proyecto pedagógico que están desarrollando?

En relación al proyecto pedagógico de la facultad, estamos trabajando en un nuevo PPP: proyecto político pedagógico, que va a cambiar las cosas y los contenidos disciplinarios. Hace tiempo que no se cambia. Desde hace 10 años tenemos distintos alumnos que vienen con la política de acción afirmativa. Y los cambios en la sociedad que tienen que ver con la sociedad informacional, todo lo que ha aparecido en la pandemia, la voluntad que los estudiantes tienen cada vez más de hacer investigaciones al nivel de grado. Y no tienen tiempo porque el curso de la FAUUSP toma todo el tiempo por cinco años en la mañana y en la tarde. Entonces en el nuevo PPP es necesario, en mi opinión, encontrar puntos de repetición entre las muchas disciplinas del curso para juntarlas y hacer algunos trabajos de disciplinas en conjunto para lograr liberar algún tiempo para que los estudiantes tengan posibilidad de trabajar también y de hacer investigaciones y otras actividades que sean de extensión y que no sean solamente trabajos disciplinarios de la facultad.

Cuéntanos sobre la exposición de la Villa Tugendhat en el Salón Caramelo de la FAUUSP.

La facultad ha sido procurada por el consulado de la República Checa en São Paulo para albergar una exposición en itinerancia sobre la Villa Tugendhat, de Mies van der Rohe en Brno. La exposición que tenían en itinerancia es una exposición de papeles impresos, con muchas planchas de impresión con dibujos y textos.
Me parecía insuficiente para una buena exposición, ocupando el Salón Caramelo, que es el corazón de la facultad, el espacio central, con una gran altura.
Para adaptar la muestra al espacio, invité a un grupo de alumnos del curso de Historia de Arquitectura de aquel momento, en 2022, y juntos hicimos una especie de taller de curaduría y expografía conectado a la enseñanza universitaria. La conclusión fue que los alumnos construyeran una maqueta, un modelo físico de la casa, para mostrar junto con las planchas gráficas.

Después me di cuenta de dos cosas: una, yo sabía que el plano de esa casa tenía una influencia muy larga en la arquitectura brasileña, porque Oscar Niemeyer y Paulo Mendes da Rocha hicieron casas con cosas parecidas. Sobre todo esa casa de Mies es la primera en que él construye una pared curva para la sala de comer, y entonces se crea un espacio curvo pero abierto. Y después Paulo y Niemeyer hicieron muchas cosas así. Mi voluntad era mostrar en la exposición la influencia en la arquitectura brasileña, así que los alumnos construyeron modelos físicos también de algunas obras de Paulo y de Niemeyer.

Finalmente, nos dimos cuenta de que la planta de la casa de la Villa Tugendhat tenía exactamente el tamaño, la talla del Salón Caramelo (la casa es grandísima). Entonces dibujamos la planta de la casa en el piso, como en la película Dogville de Lars von Trier. Una aportación brechtiana en el piso de la facultad. Y quedó muy bonito ver las marcas de la casa de Mies dentro del edificio de la facultad de Artigas, con sus dimensiones, con la pared curva. Y como en la sala de la dirección tenemos sillas Barcelona, las pusimos en los espacios correspondientes en la casa. Este espacio es visto desde toda la facultad, desde muy arriba.

¿Qué significa enseñar arquitectura hoy?

La arquitectura es una profesión y también una manera de conocimiento que ha cambiado mucho en los últimos años. En el siglo XXI, vemos transformaciones tecnológicas importantes, el crecimiento de una sociedad informacional que cambia muchísimo las relaciones entre las personas, que ha puesto en crisis la idea de tectónica, que es la base de la arquitectura.

Hemos tenido una pandemia muy seria de COVID-19 que ha impactado fuertemente las ciudades, las relaciones, el espacio público y colectivo de los espacios privados, por la necesidad de aislamiento. La arquitectura es una manera de conocimiento que está en un momento de cambio fortísimo. Pero tal vez lo que veo más impactante en ese sentido es lo que ha pasado después de la crisis financiera del 2008. Y eso es muy claro en Latinoamérica, pero me parece que también en España y en Portugal, que ha sido un intento de los jóvenes, ya después de que se forman arquitectos y urbanistas, no tener como objetivo principal consolidar sus despachos, sus oficinas de proyecto, como profesionales liberales, autores individuales, esperando por trabajo, sino que buscan trabajar en asociación, en colectivos, en grupos híbridos de arquitectos, urbanistas, con artistas, con geógrafos y muy involucrados en los problemas sociales, en las cuestiones urbanas, creando sus trabajos en relación más directa con la sociedad, y de una manera horizontal.

Por tanto, enseñar arquitectura hoy ya no es tanto enseñar a construir edificios, las formas muy deseadas y complicadas de construir, sino que prácticas colectivas, modos, procesos de producción y de colaboración que son mucho más importantes como horizonte profesional para los jóvenes, y que también tiene mucho que ver con los derechos a la ciudadanía y el espacio público, que han crecido sobre todo en Latinoamérica, donde no hay una fuerte tradición de espacio público, ya que son países que fueron colonia, que tuvieron esclavitud y ahora hay siempre una lucha, una fuerza, un intento muy fuerte para que se desarrolle la dimensión de lo público, lo cual es nuevo para nosotros.

¿Cómo enseñar en una escuela masiva en pleno siglo XXI?

En nuestra escuela tenemos 150 nuevos estudiantes cada año en Arquitectura y Urbanismo, más 50 en el curso de Diseño que es nocturno. En la enseñanza de proyectos de arquitectura tiene que existir una división de los estudiantes por grupos de profesores y ahí tener una relación más próxima. En las clases de historia y teoría, donde estoy yo, son más como conferencias, entonces se pueden hacer clases para muchos alumnos al mismo tiempo, pero buscamos intentar reservar una parte de la clase al final para seminarios de los alumnos, donde se puedan encontrar maneras de crear una relación más cercana.

Se está haciendo un gran esfuerzo en la USP en general, y en la FAUUSP, por buscar la transdisciplinaridad o la interdisciplinaridad, lo que quiere decir romper las barreras, las fronteras disciplinares, incluso de la enseñanza, para poder pasar a los alumnos una idea más integrada de lo que es la arquitectura y las acciones en la ciudad. Eso es una forma de enseñar en una escuela masiva en el siglo XXI, buscar una enseñanza no compartimentada, no cerrada por conocimientos específicos, sino buscando siempre las conexiones.

En São Paulo, la arquitectura ha venido de la ingeniería, de la politécnica, de las técnicas, de la tecnología. Un poco por eso tenemos acá en São Paulo una arquitectura que tiene mucho que ver con la estructura, con los materiales, con el hormigón visto, una forma del edificio que es la forma de la estructura.
A Paulo Mendes da Rocha le gustaba mucho decir que la FAUUSP es el encuentro de la Escuela Politécnica de Ingeniería con la Facultad de Filosofía, o sea, las humanidades y las técnicas pensadas juntas en una escuela que está basada en los estudios de proyectos, en los ateliers, que son los espacios colectivos donde se puede ensayar ideas nuevas y que cruzan del urbanismo al paisajismo, al edificio, todo de una manera integrada.

¿Cuáles son los retos que se deben incluir en la agenda contemporánea de la academia y cómo hacerlo?

Es importante decir que tenemos en Brasil, hace alrededor de 10 años, un cambio muy fuerte en la academia, en las escuelas públicas, en las universidades, que son las políticas de acción afirmativa. En el principio se decía ‘cuotas’, cuotas raciales, o sea, tenemos plazas específicas que son retribuciones, reparaciones históricas a las grandes injusticias sociales y raciales que hubo en nuestro país. Y entonces, más que simplemente sociales, son también raciales, lo que hizo aumentar mucho la presencia de indígenas y negros en la universidad pública. Esto ha cambiado mucho, por cierto, las discusiones, el background de las personas que llegan, sus objetivos, las referencias que tienen, el número de coches en el estacionamiento en frente de la facultad, que decreció últimamente… Incluso ahora estamos haciendo un proyecto de disminución del número de plazas para coches y convirtiendo parte del estacionamiento en área verde. Todo esto ha creado la necesidad de revisar los contenidos programáticos de los cursos.

Hablo, por ejemplo, como soy del departamento de Historia y Teoría, la historia de la arquitectura, la historia del arte, ya no puede ser una historia europea o eurocentrada como era hace mucho poco tiempo. Tiene que ser otra manera de pensar los aportes culturales, las mezclas, las herencias, de dónde vienen, cómo se mezclan, cuáles son las raíces, las múltiples raíces de las culturas. Y eso es nuevo, porque el aporte, la preocupación social, ya era hace mucho tiempo una preocupación importante en los cursos de la facultad, pero no con esa conciencia histórica. Porque es importante decir que en Brasil tenemos, incluso para los pensadores progresistas modernos, siempre la idea de que estamos empezando desde cero. Por eso Mario Pedrosa, que es un crítico muy importante de arte y de arquitectura en Brasil, creó una expresión que es muy conocida aquí, que es que acá en Brasil estamos siempre “condenados al moderno”: como somos nuevos, somos una cultura nueva, estamos siempre empezando desde cero. Y eso ha sido una forma de pensar la fuerza del modernismo en Brasil, y un poco por contraste con otros países como México o Perú, donde hubo una presencia de culturas autóctonas muy fuertes.

Acá –se decía– teníamos indígenas nómadas, una cultura no urbana, sin monumentos, que no ha dejado mucho. Y entonces se ha creado este mito del pueblo nuevo, de una sociedad siempre nueva. Y por eso la enseñanza acá ha sido siempre europea y modernista. Pero las nuevas teorías y conciencias recientes nos obligan a pensar de otra manera, la influencia de los pueblos africanos, de los pueblos indígenas, nuestra ancestralidad también. Y eso es un gran desafío para la universidad y para la manera de pensar la historia, que impacta muy fuertemente en la arquitectura, porque no tenemos en la arquitectura casi ninguna referencia que viene de los pueblos indígenas o de los africanos. La exposición en el Pabellón de Brasil en la última Bienal de Venecia, ganadora del León de Oro, con curaduría de Gabriela Matos y Paulo Tavares, aporta elementos para pensar justamente eso.